Desde la selva, la Segunda Marquetalia pone unas líneas rojas a negociación de paz
Un equipo periodístico llegó hasta su campamento y allí hablaron de la negociación con el gobierno de Petro y sobre qué viene ahora
21 de agosto de 2024Armados con fusiles, ametralladoras, municiones y vistiendo uniformes camuflados, un grupo de guerrilleros de la Segunda Marquetalia patrulla sigilosamente una zona selvática del suroeste de
Colombia en medio de un sofocante y húmedo calor, como parte del control territorial que ejercen en la región.
Algunos rebeldes en un campamento visitado por Reuters, la primera vez que el grupo permite ingresar a un medio de comunicación, todavía lucen símbolos como una muñequera con la imagen del Che Guevara, asociada desde hace tiempo a los grupos guerrilleros latinoamericanos.
Pero los tiempos han cambiado en otros aspectos. Muchos guerrilleros, algunos todavía adolescentes, tienen teléfonos celulares. Un generador de energía en el campamento alimenta una conexión a Internet por satélite que les permite hacer videollamadas a sus familias.
Ahora la Segunda Marquetalia, conformada por más de 1.700 integrantes entre combatientes y auxiliadores, parece ser una de las pocas esperanzas del presidente Gustavo Petro para alcanzar un acuerdo de paz con un grupo armado ilegal, aunque las líneas rojas de esa guerrilla de no entregar las armas hasta que se cumpla lo pactado lo hacen poco viable.
"Lograr unos acuerdos y firmar un proceso de paz, eso quisiéramos. Pero es que dos años es muy poquito. Además, la oposición al Gobierno de Petro es tremenda", dijo en una entrevista con Reuters Walter Mendoza, jefe del equipo negociador de la Segunda Marquetalia.
Sentado en una silla plástica en una casa de madera y tejas metálicas en un caserío en medio de la selva verde, usando sombrero, una kufiya palestina sobre su cuello, pantalón camuflado y botas negras de caucho, Mendoza advirtió que "en estos momentos las armas ni la desmovilización están en la mesa de negociación".
"Primero empecemos por lo primero, que son las transformaciones de los territorios, es decir hechos concretos", aseguró.
Con dificultades y obstáculos
El jefe negociador del Gobierno en los diálogos con la Segunda Marquetalia, Armando Novoa, dijo a Reuters que se buscará firmar y poner en ejecución un acuerdo de paz con esa guerrilla antes de dos años y aseguró que hay tiempo suficiente y voluntad política, aunque reconoció que existen "dificultades y obstáculos enormes".
Uno de los inconvenientes se conoció la semana pasada, cuando el Gobierno reveló que el grupo solicitó levantar la orden de captura de su máximo líder, Iván Márquez, para dar continuidad al proceso, algo complejo de hacer por ahora debido a que está solicitado en extradición por Estados Unidos.
El diálogo con el EMC aún no muestra resultados y la división que se presentó al interior de ese grupo dejó a la mayoría de sus estructuras armadas fuera de la mesa.
Mendoza, un veterano líder guerrillero de 67 años cuyo verdadero nombre es José Vicente Lesmes, reconoció que la negociación es el camino para poner fin al conflicto interno de seis décadas que ha dejado más de 450.000 muertos y que con Petro encontraron coincidencias.
"Las líneas inamovibles están: no hay desmovilización ni entrega de armas antes de", dijo Mendoza en tono pausado, al insistir que primero se deben hacer transformaciones sociales, políticas, económicas y conceder garantías jurídicas.
Pero Novoa respondió que la entrega de armas es un aspecto central de la negociación.
"Obviamente tenemos que ocuparnos del alzamiento en armas de ellos, no sé si eso sea una línea roja o no, pero por supuesto para nosotros ese es un aspecto central de la negociación porque si no, no tendría sentido hacer una negociación para que ellos continúen en armas", explicó.
Por su parte, el analista y experto en temas de conflicto, Eduardo Pizarro, dijo que la posición de la Segunda Marquetalia de mantener las armas genera un ambiente inadecuado para la negociación y
recordó la experiencia del Ejército Republicano Irlandés que provocó dificultades a ese proceso.
"Conservar las armas es absolutamente insostenible, eso envenena totalmente la credibilidad en el proceso", aseguró el experto. "Yo creo que eso mata la posibilidad de una negociación de paz exitosa".
Mientras esto ocurre, las Fuerzas Militares y la Policía Nacional acusan a la Segunda Marquetalia y a otros grupos armados ilegales de obtener millonarios ingresos del narcotráfico y la extracción ilícita de oro, principalmente.
Aunque el Gobierno le propuso en julio a la Segunda Marquetalia en la instalación de la mesa de diálogo en Venezuela tener como base el acuerdo de paz de La Habana para evitar construir desde cero, el jefe del grupo guerrillero rechazó esa posibilidad, aunque reconoció que hay temas rescatables.
Después de la entrevista con Mendoza, un equipo de Reuters ingresó a una zona inhóspita más profunda de las selvas del suroeste de Colombia controlada por la Segunda Marquetalia, un
área con extensas plantaciones de hoja de coca, la materia prima de la cocaína.
El ingreso, con autorización del grupo guerrillero, se hizo atravesando en lancha ríos de aguas amarillas, en vehículos de doble tracción por carreteras sin pavimentar y recorridos a pie por caminos de madera en medio de la selva con aisladas construcciones habitadas por familias campesinas.
Una extensa red con el apoyo de los habitantes de la zona permite el suministro de alimentos y gasolina al campamento a través de lanchas motorizadas o vehículos de doble tracción. Los guerrilleros comen principalmente arroz, papa, pasta, carne y pollo.
Reuters llegó hasta una explanada en medio de la selva en donde al menos cincuenta guerrilleros vestidos con traje camuflado y fuertemente armados con fusiles M4, M16, Galil, AK-47 y ametralladoras estaban agrupados después de un patrullaje al mando del comandante Ernesto Rojas, de la dirección política del frente Jacobo Arenas.
"Nosotros como Segunda Marquetalia siempre vamos a tener la disposición para buscarle la salida del conflicto por la parte política", aseguró Rojas mientras sostenía un fusil apoyado en sus piernas frente a una rústica casa de madera.
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