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OPINIÓN

Libertad de expresión y terrorismo

18 de enero de 2015

Abelardo De La Espriella

Abogado, empresario y escritor

Canal de noticias de Asuntos Legales

No se trata de actos llenos de valor, por más que el atacante se inmole; son, eso sí, reflejo de la cobardía y la vanidad de quien los ejecuta, ante la imposibilidad de defender sus ideas a través del diálogo y la concertación, o de simplemente entender que hay formas distintas de pensar.

¡Cuánto daño le han hecho a la humanidad todos esos actos despreciables cometidos en representación de causas “santas” que, al final, solo son la expresión de intereses muy personales! Jesucristo, Mahoma, Moisés y demás profetas y líderes de otras religiones han de estar revolcándose en sus tumbas: las atrocidades que se han ejecutado utilizando sus nombres, no tienen perdón.

Siendo ateo, creo firmemente en que la intención de quienes fundaron los diferentes credos e iglesias no fue la de incubar división y violencia, sino todo lo contrario: concordia, amor y paz. También tengo claro que, cuando se implementa la muerte como mecanismo de persuasión, no se trata de una mala interpretación del Corán, la Biblia o la Torá, sino de una visión acomodada de unos cuantos, para justificar lo injustificable: el terrorismo, que puede ser de Estado o subversivo.

Si bien todas las vidas humanas tienen igual valor, el caso del atentado terrorista contra el semanario francés “Charlie Hebdo” merece especial atención, por tratarse de un medio de comunicación: no hay nada más antidemocrático que tratar de acallar a la prensa por medio de la violencia, la intimidación o el uso indebido del poder. Las rotativas y micrófonos son el último bastión de la libertad, la frontera entre la tiranía y la civilización.

Lo que nadie ha dicho es que los periodistas y caricaturistas de “Charlie Hebdo”, de manera innecesaria e irresponsable, le dieron la excusa perfecta a un grupo de fundamentalistas  para teñir de sangre las páginas de ese medio de comunicación y de la memoria histórica del mundo en pleno. De ninguna manera estoy justificando lo que hicieron los terroristas, pero es obvio que no hay nada de periodístico en la burla y la sátira sobre las creencias religiosas de otros. Ridiculizar a Mahoma fue, sin duda, una falta tan inaceptable como el ataque mismo.

Si queremos un mundo en paz, debemos entender que las diferencias no solo son reales, sino también necesarias. Podemos convivir con visiones disímiles, pero con respeto y consideración por los demás.

La mejor creencia que un hombre puede albergar en su corazón es aquella que lo ayuda a construir un mundo mejor para sus hijos.

La ñapa I: Lo que está ocurriendo en Venezuela es terrible. La realidad supera la ficción: los juegos del hambre. La gente literalmente no tiene qué comer.

La ñapa II: Que alguna autoridad le explique a la gente por qué, si el petróleo está barato, la gasolina sigue cara. ¡No hay derecho!

La ñapa III: El tal “Chikungunya” no existe. Ahí está pintado el gobierno Santos: desestiman las cosas y luego se les crece el problema. Tremenda epidemia y tiende a empeorar.

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