En la medida en que avanza la ciencia y se mejora la tecnología, además de incrementar el conocimiento de la naturaleza, se modifican también los conceptos que dominan la discusión pública sobre los modelos de desarrollo. Hace unos años, la discusión se daba entre lo sustentable y lo sostenible, y hoy estamos superando lo sostenible, para centrarnos en lo regenerativo.
Lo sustentable se entendía como el uso responsable y consciente de los recursos naturales para evitar que se dañen o en el peor de los casos, se agoten. Según esto, se preservarían, se protegerían y se conservarían los recursos naturales actuales y futuros. Luego vino lo sostenible que se refiere también a evitar el agotamiento de los recursos naturales para mantener el equilibrio ecológico y los servicios ambientales de la naturaleza, de manera que puedan ser gozados por las generaciones futuras, pero en este concepto se involucró con igual interés, el desarrollo con consideración de asuntos sociales y económicos dentro de un contexto de equilibrio con la naturaleza. Para ello, se manejó el concepto de responsabilidad común pero diferenciada.
Fue entonces importante que al pensar en la sostenibilidad se considerara cómo erradicar la pobreza y lograr la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, especialmente, en los países pobres y subdesarrollados. Se acompasó así el derecho al ambiente sano con los derechos a la vida digna, la salud, la educación y la cultura de las personas. Para ello se adoptaron los 17 objetivos del desarrollo sostenible, que han sido un faro para el modelo de desarrollo actual en muchos de nuestros países. Sin embargo, recientemente se considera que ser sostenible ya no es suficiente. Además de trabajar por no causar daños al entorno natural, y mejorar las condiciones de vida de las personas vulnerables, hay que trabajar por el ambiente para repararlo y regenerarlo, porque durante décadas hemos causado muchos daños, que la naturaleza no ha podido restaurar eficazmente sola.
Eso quiere decir que se deben adoptar prácticas que permitan reparar lo que ha sido destruido por la humanidad en su avanzar rápido y sin límites. Lo regenerativo consiste en colaborar con la naturaleza en la restauración de su equilibrio, dado que los ritmos de regeneración de ésta, no le permiten alcanzar los ritmos de las demandas de recursos naturales y servicios ambientales de la humanidad. No ha logrado sanar con la misma velocidad, con que se le daña. Esta nueva visión indica entonces que no basta con mitigar impactos y consumir moderadamente, hay que comprometerse con una economía colaborativa con la naturaleza.
Entendiendo este concepto, es claro que lograr la anhelada descarbonización o llegar a la meta de las emisiones cero de CO2, se queda corto. El objetivo debe ser el impacto neto positivo. Lo curioso de todo esto es que, para lograr la regeneración, los expertos indican que lo apropiado es imitar a la naturaleza y aprender de ella. Reproducir sus procesos, solo que a una velocidad un poco mayor. Tal vez lo interesante de esta nueva tendencia, es que invita a entender que la humanidad hace parte de un sistema vivo y dinámico, y que tenemos un papel que cumplir como parte de un todo.
Ni más ni menos que una visión holística, donde hay interdependencia. Este concepto moderno ya se viene aplicando al diseño en urbanismo, arquitectura, turismo, moda y en la producción industrial por supuesto. La principal bandera de lo regenerativo es la economía circular, que maneja los conceptos de reducción, reciclaje, reparación y reutilización de residuos, sumado a un menor de consumo de energía.
*Adriana Martínez Villegas, Presidente de Martinez Cordoba & Abogados Asociados
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