El deporte debe estar libre de dopaje, por salud y por juego limpio se debe atacar el uso de sustancias que son perjudiciales para la salud y que mejoran el rendimiento. Para esto se creó Wada, con el apoyo de la Unesco y con instrumentos jurídicos que le permitían y aún le permiten controlar el dopaje y que actualmente son mal utilizados.
Empecemos por los laboratorios, muchos de estos han sido desacreditados, en especial el laboratorio de control al dopaje de Coldeportes permanece desde hace poco menos de un año sin poder realizar su labor sin tener, a pesar de ser una entidad pública, información alguna sobre el tema. Así pues las muestras de sangre y orina deben viajar largos trayectos para ser analizadas correctamente. La tendencia cada vez más persistente de excluir a Suramérica del deporte mundial está clara en este aspecto, apenas un laboratorio en toda la región hace que la toma y análisis de muestras sea costosa y problemática.
Tampoco hay seguridad alguna de que las muestras no sean manipuladas, hace poco menos de una semana la agencia recomendó utilizar frascos diferentes a los actuales pues hay facilidades de manipulación, como se pudo comprobar en la trama rusa de Sochi. De manera que el proceso de recolección y análisis de muestra tiene grandes falencias.
Otra perla es el análisis de muestras conservadas por mucho tiempo con listas nuevas, lo que hace que aún hoy se cambien los resultados de los Juegos Olímpicos de Beijing. ¿Qué sentido y sobre todo qué seguridad para los deportistas tiene esta práctica? Lo que no estaba prohibido hace más de ocho años no puede prohibirse hoy y aplicarse retroactivamente .
El desconocimiento del tema hace que se busquen medidas desesperadas para intentar controlar lo que con sentido común y buenas prácticas se logra; se vulneran los más elementales derechos de los deportistas por razones poco claras, la presunción de inocencia, la igualdad ante la norma y aún temas elementales de derechos humanos son ignorados por Wada y las demás entidades de control al dopaje. Con el propósito de tener en todo momento conocimiento sobre el paradero de los deportistas (parece que los atletas no merecen tener momentos de intimidad) se han planteado medidas como las pulseras que se le ponen a los peores delincuentes que salen de prisión.
Finalmente están los fallos contradictorios y acomodados de acuerdo con los deportistas; Froome, Contador y por supuesto Armstrong fueron o son tratados con mayor benevolencia que deportistas desconocidos o sin mucho dinero que deben soportar todo el rigor de castigos que en la mayoría de las veces da por terminada su carrera.
Todas estas incoherencias llegan, al final, al Tribunal Arbitral del Deporte que parte clarifica algunas situaciones; hace muy pocos días este tribunal, compuesto por abogados que entienden jurídicamente de temas de dopaje, le permitió a 28 deportistas rusos participar en los próximos juegos de invierno de PyeongChang. Según el comité olímpico, el hecho de ser ruso era causa suficiente para ser excluido de los juegos, el TAS, de manera adecuada miró caso por caso y en aquellos que salvo la nacionalidad no había evidencia de dopaje se les permite participar.
El gran problema del sistema actual de lucha contra el dopaje es la falta de coherencia, de transparencia y de sentido común; no se puede comparar un atleta que ha cometido una falta al dopaje con el peor de los delincuentes; Wada que tiene todos los instrumentos legales para combatir de manera efectiva y eficiente el dopaje, debería hacerlo.
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