Las dos últimas semanas han traído malísimas noticas para el deporte colombiano; aparecieron varios deportistas con problemas de dopaje a tal punto que hicieron terminar prematuramente un equipo de ciclismo con varios años de trayectoria. El laboratorio de Coldeportes, antes la joya de la corona, languidece sin que se pueda volver a acreditar y en general todo parecería que funciona mal.
La realidad, al menos como yo la veo, pasa por la profunda ignorancia que se tiene al respecto; periodistas, médicos, dirigentes y lo más delicado de todo, deportistas carecen de la información mínima sobre el tema, a pesar de que una falta menor puede implicar una sanción de cuatro años.
La idea errónea y generalizada es que se incurre en una falta al dopaje cuando un deportista ingiere de manera voluntaria una sustancia que le permite mejorar su rendimiento, de manera que sustancias como los diuréticos o la marihuana no podrían ser considerados dopantes, tampoco se considera como falta el intentar doparse sin lograrlo, será una mala práctica, pero dista mucho de considerarse dopaje, esto tampoco es cierto.
Los deportistas no conocen el sistema general de control al dopaje, ignoran las reglas básicas y ni siquiera tienen en sus teléfonos inteligentes las apps que les permite saber si lo que consumen es una sustancia prohibida; en general lo único que se habla sobre prevención al dopaje en el deporte colombiano se reduce a tres palabras “cuiden sus termos” parecería que para la dirigencia la única forma de caer en esta mala práctica es por contaminación por un tercero del agua que se toman los deportistas.
El sistema general de control al dopaje es complejo, con muchas normas e infinidad de temas que distan mucho de “cuiden sus termos”; la lista de sustancias y métodos prohibidos es extensa y de difícil entendimiento, las otras infracciones al dopaje como puede ser intento de uso, o el ocultamiento del paradero no se conocen y los procedimientos no son seguidos por las comisiones disciplinarias que alegremente sancionan a los deportistas.
Dice Wada que el laboratorio colombiano carece de independencia, se presentan situaciones como notificaciones de faltas luego de más de dos años de cometidas y sus directores ni siquiera saben redactar de manera adecuada una notificación de un resultado analítico adverso. Apertura de muestra b, cadena de custodia, conservación de la muestra tampoco fueron manejados de manera adecuada por las autoridades de aquel laboratorio.
Entender esta práctica es fundamental para combatirla, pensar alegremente que aumentando las sanciones o volviendo penal una falta deportiva se va a acabar con este flagelo es al menos iluso. Antes que nada, los deportistas deben saber qué no deben hacer y cuáles son las consecuencias de una falta al dopaje, los dirigentes también tienen que conocer los procedimientos y códigos y por último los encargados del laboratorio deben, aparte de conocimientos científicos, tener claro temas como debido proceso, cadena de custodia y derecho a la intimidad de los deportistas. Sin esto, combatir el dopaje será inútil, los deportistas seguirán cayendo, se seguirán sancionando, médicos seguirán prescribiendo sustancias prohibidas sin siquiera saberlo y los dirigentes seguirán intentando combatir esta práctica.
Es el momento, con todo el procedimiento de reacreditación que está liderando Coldeportes de realizar eventos que permitan a los deportistas conocer y evitar el dopaje y fijar políticas claras.
¿Quiere publicar su edicto en línea?
Contáctenos vía WhatsApp