Raras veces veo documentales sobre dopaje, me parece que son pobres en contenido y manejan poca información útil o veraz sobre el tema. Varios colegas me recomendaron ver Ícaro, documental de Netflix sobre un científico que a su antojo, manipulaba resultados, asesoraba deportistas para utilizar sustancias que indudablemente mejoran el rendimiento y ocultaba positivos. Estos científicos existen, lo que resulta totalmente asombroso del documental es que este era el director de todo el programa de control al dopaje ruso y director del laboratorio de Moscú, uno de los más sofisticados y, por supuesto, acreditado por la Agencia Mundial al Antidoping.
Varios temas son interesantes, desde el punto de vista jurídico, analizar Ícaro y del dopaje. El realizador del documental, deportista aficionado, intenta mejorar su rendimiento y por su puesto resultados en una de las más fuertes competencias amateur del mundo de ciclismo, la Haute Route. Para esto se somete durante un año a un entrenamiento digno de los mejores deportistas súper profesionales, con análisis permanente de sangre y orina, utilizando las sustancias más sofisticadas y prohibidas para mejorar el rendimiento. Los resultados de la misma competencia un año después fueron peores que aquellos logrados sin tanta ayuda, de manera que, sin dudar de la eficacia de estas sustancias (dopaje sanguíneo y hormonas), es claro que el solo dopaje no hace súper deportistas, un atleta malo, dopado, es eso, un atleta malo.
Otro tema interesante y en el cual siempre hago especial énfasis es que si una competencia no presenta deportistas dopados, no quiere decir que esté limpia, simplemente, como la Haute Route, aquellos que utilizaron sustancias prohibidas no fueron escogidos para entregar muestras de orina o sangre y ser analizadas. Muchas veces los deportistas se retiran misteriosamente de las algunas competencias simplemente para evitar controles en momentos en que seguramente están utilizando sustancias o métodos prohibidos. Siempre me he preguntado por qué los tres primeros atletas de una carrera son analizados y los tres primeros equipos, digamos de fútbol, no lo son. ¿Costos?.
Si en una carrera de 10 personas hay tres analizados la probabilidad de un positivo es mayor a un campeonato de 10 equipos, con 220 deportistas y apenas a cuatro le hacen control al dopaje.
También que me llamó la atención el manejo que el director del programa de control al dopaje ruso hacía de su cargo. El laboratorio, repito, acreditado por Wada, no tenía ningún control. Según Wada, un laboratorio acreditado es “perfecto” y nadie ni nada puede dudar de esta aseveración, por lo tanto no puede ser controlado. He visto videos de neveras de laboratorios acreditados donde los científicos guardan sus almuerzos, he sabido de frascos con material biológicos olvidados en cajones y he conocido, de primera mano, directores de laboratorios acreditados que aseguran que los equipos de estos no se calibran pues (textual) son perfectos. Laboratorios que supuestamente han sido alabados por sus buenas prácticas y equipos, misteriosamente son descertificados, sin información alguna y lo que hace un mes era perfecto, hoy es malo y no es utilizado.
Estos laboratorios, métodos de detección y grandísimos científicos, durante siete vueltas a Francia ignoraron, escondieron o simplemente no pudieron identificar a uno de los deportistas que más y mejor ha utilizado sustancias que ayudan a mejorar el rendimiento.
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