El Ministerio del Deporte es una carta, muy chica, en el juego que cada presidente debe hacer para lograr algo de gobernabilidad. Ministerios como el del deporte o el de cultura, por regla general, se entregan a políticos a cambio de otros favores. Son despachos que se cambian por votos o para aprobar alguna reforma.
En las cabezas de los políticos, de izquierda o de derecha, el deporte es una actividad para vagos, para brutos o para vagos brutos y el ministerio es simplemente una oficina de puestos para dar a algún partido político o a algún cacique del momento a cambio de algo.
Por el antiguo Coldeportes, hoy Ministerio del Deporte han desfilado varias personas sin el más mínimo conocimiento sobre deporte; directores como Heverth Bustamante, Clara Luz Roldán o Daniel García Arizabaleta, solo pasaron por esta cartera para llenar cuotas políticas, no sabían de deporte ni les interesaba, a lo más que uno cree que aspiraban era a viajar y mirar en tribuna buena unos olímpicos.
Que me acuerde, apenas dos o tres personajes con conocimiento sobre el tema han pasado por esta entidad, de los otros solo queda una placa a la entrada del Ministerio que los recuerda con mucha más pena que gloria.
En este juego de favores, votos, y amiguismos, la semana pasada salió del Ministerio del Deporte de manera bastante sorpresiva la campeona olímpica en levantamiento de pesas, María Isabel Urrutia, que había sido nombrada con bombos y platillos por sus calidades personales, entre otras sus méritos deportivos dentro de los que se encuentra ser la primera medalla de oro olímpica para Colombia.
Es doloroso ver como el deporte en Colombia sigue siendo mendicante, los deportistas siguen rogando apoyos que serán entregados a dedo, los escenarios deportivos son obsoletos, se caen a pedazos o peor, fueron pagados y no se construyeron como ocurrió en Ibagué. Eso sí, cada vez que un deportista por calidades personales logra un título, debe posar con los dirigentes de turno y recitar un discurso en el que debe dar las gracias por un apoyo que nunca recibió.
Tal vez la oficina más necesaria y útil en el Ministerio es la Inspección Vigilancia y Control, en esta, se pueden prevenir abusos y negocios que son bastante comunes en la actividad deportiva. Desafortunadamente, poco o nada han hecho durante muchísimo tiempo.
Personalmente lo único que he visto es una lista de chequeo que se debe llenar para la asamblea general ordinaria de los organismos deportivos, en esto si hacen especial énfasis, que la convocatoria esté adecuadamente redactada y que los días hábiles se cuenten como corresponde.
Sin embargo, más allá de eso y de suspender reconocimientos deportivos cuando la situación ya es insostenible, como sucedió con el Cúcuta Deportivo, pocas veces se ve acción de esta oficina. Algunos dicen que se debe cambiar la ley para poderles dar “dientes”, pero hasta la fecha pocas veces se ha visto intervención por parte de esta oficina para poner orden al sistema.
Tampoco se sabe mucho de las otras oficinas que se supone deben fomentar y posicionar el deporte colombiano. Esta cartera, al parecer, mientras este encabezada por personas que no sepan del tema, seguirá intentado cumplir con su trabajo, sin mucho presupuesto, con leyes a medias y sin una clara dirección. Resta esperar que la persona que llega no pase a engrosas la fila de los nombres que pasaron sin pena ni gloria por allí e intente mejorar el deporte colombiano que lo que le sobran son deportistas y le sobran burócratas.
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