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OPINIÓN

Normas de papel

29 de mayo de 2023

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

La semana pasada dos situaciones de racismo afectaron el fútbol profesional; por una parte al jugador brasilero Vinicius, en la ciudad de Valencia en un partido contra el Real Madrid y en la ciudad de La Plata en la Copa Sudamericana a Rodallega y otros jugadores afrocolombianos les dijeron toda clase de insultos racistas.

Lo primero que hay que indicar es que los insultos racistas son bastante habituales en el fútbol español; cada vez son menos deseados pero han sido parte del folklore de esa liga. Hace algún tiempo el bárbaro Jesús Gil y Gil indicó que al negro (por el Tren Valencia) le iba acortar el cuello. En general a la afición española y al periodismo le pareció una anécdota de poco calibre hasta divertida.

Desde esa época a los colombianos nos dicen narcotraficantes, a los africanos monos y a los de los Balcanes gitanos y no pasa nada, algunas veces la prensa buenista considera que eso no se debe hacer pero poco o nada ocurre.

Es interesante ver como la reacción de las autoridades que dicen combatir el racismo frente a estos temas; cuando un jugador o un equipo amenaza con retirarse del campo de juego por manifestaciones claramente racistas como es lanzar bananos al campo de juego, siempre dirán el fútbol por encima de todo y eso no es fútbol, que son unos pocos. La realidad es que cada vez tenemos más insultos racistas y la reacción de las autoridades cada vez es más floja.

No sé donde apareció la moda de sancionar a parte de una tribuna pero cada vez es más común la sanción a una tribuna o a una parte de la tribuna. Eso no tiene sentido, es como si a un jugador que expulsan por una mano que evitó un gol, en el partido siguiente le permiten jugar pero con la mano amarrada. Si se sanciona al jugador se sanciona a todo el jugador, sé que suena ridículo pero ahora sancionan a una afición, a un estadio pero solo a un pedazo de este, antes eran tribunas completas, ahora son parte de la tribuna y seguramente en poco tiempo será a uno o dos asientos.

La lucha contra el racismo no es seria; hace poco tiempo sancionaron a Cavani por saludar a un amigo que le dijo negrito, término perfectamente usado en Sudamérica con amigos y colegas, pero poco pasa cuando a un jugador lo insultan permanentemente en un partido o le tiran bananos.

Hay una visión muy dirigida hacia la prensa en esta materia que no logra erradicar el racismo, la xenofobia o el machismo. Sancionan para que sea noticia no para intentar erradicar con este flagelo. Personalmente creo que si desean erradicar el racismo del fútbol las sanciones deben ser serias y sobre todo ciertas; los jugadores, clubes e incluso los seguidores deben tener certeza que una conducta con estas características le acarreará consecuencias negativas a su equipo y por supuesto a ellos mismos.

Suena muy bonito decir “say no to racism” pero al final decir, es fútbol y debe seguir, la mayoría no es racista y no podemos sancionar a muchos por unos pocos. Es precisamente en estas multitudes que los racistas, xenófobos o machistas se esconden para manifestarse en contra de color, sexo o nacionalidad.

Lo ocurrido la semana pasada volverá a ocurrir muchas veces, en España donde se trata despectivamente a los sudacas y a los moros o en argentina donde cualquier persona que vive mas al norte de Salta es un mono. Mientras las autoridades sigan diciendo que eso está mal pero no pase nada, todo seguirá igual y cada dos o tres fechas veremos africanos, colombianos, brasileros o balcánicos a los que les dirán negros, monos, gitanos o narcotraficantes.

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