Abordaré hipotéticamente el problema que surgió con la fallida transferencia de Andrés Felipe Román a Boca Juniors, desde una perspectiva deportiva y en la parte laboral me apoyaré en mi esposa que también es columnista de este diario. Antes que nada, es importante indicar que lo que escribiré es teoría, pues no conozco los hechos del caso concreto y si bien muchos periodistas han escrito sobre el tema, pocos se han detenido en las consecuencias jurídicas.
La no transferencia al club de Argentina, significa sin duda la continuidad del contrato de trabajo del jugador con Millonarios; ahora, sin entrar a analizar los resultados filtrados por la prensa deportiva local, la realidad jurídica en Colombia es que el jugador tiene una condición salud y de acuerdo con la Corte Constitucional sería un acto de discriminación un despido por tal situación.
Hasta el momento del viaje de Román a Argentina, donde se le hicieron exámenes que no dejaron satisfechos a los médicos de Boca Juniors, el jugador había desarrollado su actividad como futbolista profesional sin inconvenientes. Creería sin temor a equivocarme, que Millonarios realizó exámenes adecuados para un trabajador de las características de Román y teniendo en cuenta la trayectoria del jugador es razonable pensar que la condición de salud no interfiere ostensiblemente con jugar al fútbol, como deportista de alto rendimiento, es un trabajador común.
Lo que sí pudo modificar el escenario jurídico laboral para las partes, es que el club deba reforzar el seguimiento médico, previniendo con mayor diligencia el riesgo en la salud y así evitar que la condición se agrave por su culpa. Ahora, ¿Qué pasa si se incapacita? como cualquier trabajador, será la EPS la llamada a responder asistencial y económicamente, salvo que, se trate de una situación sobreviniente con causa en el trabajo y ahí sí, la Administradora de Riesgos Laborales será quien asuma las prestaciones, siempre que no objete el origen de la patología.
Un tema que aparentemente es sencillo se convierte en una discusión de 4 partes interesadas, jugador, club, EPS y ARL que deben coordinarse para que los derechos al trabajo y a la salud se materialicen sin generar barreras en pro de sus intereses. Lo deseable es que el jugador juegue y el equipo cuente con una de sus estrellas en el campo con la mayor normalidad.
Personalmente creo que club y jugador deberán actuar como si el viaje a Argentina no hubiese existido. Ni antes ni ahora el jugador se despojó de las aptitudes y habilidades para ser titular del equipo.
Finalmente, y esto a título puramente personal, yo iría en contra de quien de manera negligente y poco profesional reveló información privada del jugador. ¿el club? ¿el cuerpo médico? quien haya sido hubo mala fe y la difusión de la prensa argentina implicó una pérdida de oportunidad para el jugador y una económica para Millonarios. Resulta difícil, después de semejante despliegue mediático, que un club diferente quiera contratar a Andrés Felipe Román, quien a su vez queda con una posición muy débil para ejercer su derecho al trabajo en otro club y en mi opinión, eso es un verdadero perjuicio que surgió por la violación a su intimidad.
Siempre será importante tener en cuenta los matices jurídicos cuando se devela información de una transferencia internacional de un jugador profesional de fútbol, las soluciones no son tan sencillas como la prensa deportiva lo asume y las consecuencias para los diferentes actores pueden sobre todo onerosas.
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