En algún momento deberá concluir este encierro, voluntario, obligatorio o como se quiera llamar, instante en el cual el deporte organizado deberá reiniciar labores. No hablo del fútbol, que parece que se va a manejar de manera diferente gracias, en parte, a su poder económico y a que puede servir a tranquilizar los ánimos exaltados de quienes económicamente se encuentran arruinados por la pandemia. Los metódicos y juiciosos alemanes ya reiniciaron campeonatos con algunas paradojas, entre otras que los jugadores no se pueden saludar de mano y se recomienda no celebrar los goles con manifestaciones excesivas de cariño, pero se siguen permitiendo las barreras o los intercambios de manotazos, abrazos y seguramente de fluidos durante un tiro de esquina.
Llevamos más o menos cuatro meses de paréntesis, donde todo el deporte se paralizó, incluyendo, como no había ocurrido sino en periodos de guerras, unos juegos olímpicos que al momento de escribir la presente columna parece que podrían ser cancelados definitivamente.
Varios retos tienen los deportes en general, siempre presentes, pero a causa de esta pandemia se han evidenciado. El primero es lograr una actividad económicamente sostenible. Después de esta crisis económica los recursos serán escasos, por lo que cada disciplina deberá encontrar su nicho comercial que le permita desarrollase adecuadamente. Esta es una situación que para gran parte de las federaciones en Colombia no pareciera relevante, pues dependen exclusivamente de recursos públicos.
Por allá por el mes de octubre o noviembre la mayoría de los deportistas estarán empezando en forma ciclos de entrenamiento con el propósito de clasificar a Tokio 2021. Las federaciones deberán apoyar a sus mejores deportistas para lograr este cometido, ignoro las particularidades de cada deporte, pero creería que es una oportunidad única para llegar a unos juegos habida cuenta de la para generalizada y mundial del deporte.
Otro reto importante al que se van a enfrentar las federaciones en Colombia será el de adaptarse a las condiciones de bioseguridad que ordenarán sean tomadas de cara a que no tengamos una vacuna contra el virus pronto, pues no se puede poner en riesgo a los deportistas. Ante las falta de recursos, se pone en tela de juicio la capacidad de respuesta de las federaciones ante esta crisis de salud.
Una necesidad apremiante del Ministerio del Deporte es lograr volver a hacer funcionar el Laboratorio de Control al Dopaje que hasta hace algún tiempo funcionó en Bogotá. Se tenía previsto a inicio de este año la acreditación y puesta en marcha, supongo que por todo lo ocurrido no se ha avanzado, es el momento para hacerlo.
Es importante igualmente entender que está pasando en Colombia con la Boldenona, no es normal que comer carne de res sea una actividad de alto riesgo para los deportistas. Sería interesante que el Ministerio adelantara investigaciones e informara a la Agencia Mundial contra el Dopaje de estos resultados. Estudios similares con clembuterol se han realizado y han servido para ayudar a deportistas en problemas por esta sustancia.
A nivel general colombiano es fundamental preparar a los deportistas en temas de dopaje, seguramente habrá más controles que los habituales por la cercanía con los olímpicos y por la situación. No obstante, el conocimiento de los deportistas y los mismos administradores sobre este tema es muy pobre, por lo que se deberá preparar a las federaciones y por supuesto a los atletas para evitar en la medida de lo posible problemas cuya solución es larga, lenta y costosa.
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