En los documentos legales, como contratos, memorando o informes, la precisión y la claridad son fundamentales. Sin embargo, a menudo nos encontramos con documentos legales plagados de términos arcaicos y estructuras complejas para quienes no están familiarizados con la jerga legal, lo que dificulta su comprensión. Esto es especialmente relevante cuando estamos trabajando para clientes que no son abogados o clientes extranjeros, o peor aún para clientes que no son abogados y además no son hispanoparlantes. Como se diría en inglés, a veces encontramos documentos plagados de legalese o jerga legal.
Así, nuestro reto como abogados de negocios al redactar documentos legales es encontrar el equilibrio entre la precisión jurídica y la accesibilidad lingüística para nuestros clientes. La complejidad innecesaria aísla a los no especialistas. También puede generar malentendidos costosos en tiempo y recursos, y ni hablar de la responsabilidad profesional del abogado.
De tiempo atrás en Estados Unidos se habla y promueve el “plain language” o “plain English”, que se refiere a escritura legal bien estructurada y organizada que es fácil de entender por el cliente a primera lectura sin necesidad de acudir a interpretaciones.
Ahora bien, el uso de un lenguaje sencillo no implica sacrificar la precisión legal. Se trata de comunicar la información de manera clara y comprensible para todas las partes involucradas, evitando tecnicismos y estructuras laberínticas de oraciones. Como también podría decirse en inglés, evitar el “overlawyering”.
El reto es tremendo cuando debemos elaborar un informe, memo o reporte en inglés para un cliente. No solamente debemos tratar de usar “plain English”, sino que además debemos evitar traducciones literales de términos legales del español al inglés. Por ejemplo, de manera general y coloquial usualmente decimos que debemos registrar algún acto o documento societario en la “cámara de comercio” (“Chamber of Commerce”). Si traducimos eso de manera literal al inglés, en la medida que en otras jurisdicciones las cámaras de comercio no tienen facultades de registro público, al lector seguramente le generará extrañeza que un acto o documento societario deba ser registrado ante lo que generalmente en Estados Unidos u otras jurisdicciones es considerada una asociación o agremiación de comerciantes y no ante una autoridad de registro público como lo es en Colombia. En este caso, procuramos hacer referencia al registro mercantil (o public commercial registry), usando una traducción comprensiva y no literal. Además, también es recomendable explicar de manera concisa los conceptos técnicos para los clientes extranjeros, de tal forma que tengan una comprensión clara de los trámites y formalidades en Colombia.
Por lo anterior, en Colombia los abogados necesitamos considerar escribir en “plain Spanish”, español simple o comprensible para todos, cuando estemos redactando documentos legales o contratos en operaciones complejas, para hacerle la vida más fácil a los jueces/árbitros (que deben dirimir controversias contractuales), las partes y lo más importante, a nuestros clientes.
*Andrés Ordóñez Rizo, Socio de M&A en Garrigues
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