Café de Colombia, Queso Paipa, Bocadillo Veleño, Tejeduría Wayuu, Tequila, Prosciutto di Parma, Gruyère, Champagne, Cognac. Estos productos parecen muy distintos, pero en realidad tienen algo en común: han sido reconocidos como denominaciones de origen (D.O). Esto los ha colocado en los mercados internacionales y les ha dado un renombre mundial, beneficiando de esta manera a sus productores y a su negocio.
Sin duda, las D.O se constituyen como un importante factor de desarrollo económico, social y cultural en las zonas geográficas, regiones o territorios donde se producen.
Una D.O permite identificar al producto designado como originario de un país, región, localidad o zona geográfica determinada con la cual su calidad y reputación están estrechamente relacionadas, dada la presencia de ciertos factores humanos y naturales.
En primer lugar, las D.O tienen un impacto positivo en el desarrollo local dado el estrecho vínculo que existe entre el producto y el territorio, generando procesos de gobernanza territorial que traen beneficios económicos. Además, las D.O dinamizan la productividad local y promueven su articulación con los mercados mundiales, pues los productos protegidos mediante una declaratoria de D.O aumentan su competitividad y gozan de una ventaja comparativa. Por ejemplo, en el caso de Francia, las industrias con productos protegidos mediante denominaciones de origen, principalmente las industrias vinícolas y de lácteos, tuvieron ingresos superiores a 23 billones de euros en 2017.
Adicionalmente, las D.O incrementan la productividad de pequeñas y medianas empresas, así como de industrias familiares y productores locales. Por ejemplo, en el caso de Café de Colombia, se han identificado más de 563.000 familias productoras que se han beneficiado de los ingresos generados por el comercio del café, los cuales han mejorado su calidad de vida.
El elemento de la asociatividad juega un papel esencial en la declaratoria de las D.O pues las mismas tienen como consecuencia la asociación de los grupos productores, los cuales desarrollan medios de producción comunes y una infraestructura comercial e institucional que garantiza la calidad de los productos. Un ejemplo representativo lo constituye la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, que ha trabajado por promover el bienestar de los caficultores y el desarrollo de la región.
En América Latina, la protección de las D.O ha impulsado la comercialización de productos autóctonos representativos de habitantes locales, campesinos, grupos indígenas u otros. De esta manera, se han convertido en un instrumento para la protección y el desarrollo de la multiculturalidad, dándole mayor reconocimiento, competitividad y visibilidad a productos locales, y fomentando y protegiendo la identidad cultural de los pueblos productores, como en el caso de artesanías protegidas mediante D.O, por ejemplo, el tejido Wayúu, que se ha constituido como una pieza única apetecida por todos los extranjeros que visitan la región.
El impacto de las D.O en los territorios se manifiesta de forma distinta según la región y su nivel de desarrollo, que está intrínsecamente ligado a la asociatividad y su tiempo de consolidación, pues es distinto el impacto que estas tienen en el sector vinícola a su impacto en otros nuevos sectores. Es el caso de la tradicional D.O Champagne (reconocida en 1935) y de otras más recientes como Café de Colombia (reconocida en 2005).
Es recomendable que se fomente el reconocimiento legal de las D.O. y se proteja a sus productores ante posibles infracciones, pues sin duda alguna son titulares de productos valiosos que han trascendido las fronteras y conquistado los mercados mundiales.
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