De larga data se conoce que la Corte debe tomar libremente las decisiones que le ha confiado la constitución, o como gustaría a cierto político, el constituyente primario. De igual manera reservó el constituyente primario función al Congreso para proponer, deliberar y votar los proyectos que se convertirán en leyes de la república.
Partiendo del piso ya sentado, triste resulta ver las presiones a que se han visto sometidas la Corte Suprema de Justicia y el Congreso dela República, particularmente algunos senadores de la Comisión Séptima, que han denunciado constreñimientos a su labor legislativa, puntualmente sobre la reforma a la salud, o como indicó el presidente del Senado en su preocupación, que los ruidos de sables, se afinen contra el Congreso a falta de aprobación de las reformas gubernamentales. Tampoco debe pasar inadvertido el asedio insidioso, mediado por la violencia, de algunos sectores sociales que como en días pasados advertimos, procedieron con violencia contra el palacio de justicia reviviendo fantasmas.
Aspectos como estos evocan la quema del palacio de justicia a manos del M19 o por qué no, la quema del Reichsstag en Berlín, que se atribuyó Göring posteriormente en un contexto donde ya se advertían las vía de hecho del nazismo, obligando a Hindenburg, el presidente de la época a conceder al emergente tirano espacios en la republica alemana, concretamente el de nombrarlo Canciller, siendo el preludio de la conclusión de la república de Weimar.
No deja de sorprender que este proceder ya es de larga data común entre los autoritarios, como lo recuerda Jean Francois Revelle, en su libro " como terminan las democracias" la democracia es débil ante los totalitarismos, pues a ella se le exige pluralidad y en ella se camuflan por esto y enquistan los partidos totalitarios, que posteriormente como recuerda Revelle, se hacen al poder y destapan entonces su carta totalitaria sin aceptar el disenso.
Resultado de la pluralidad de la democracia supuestamente abierta a la multiplicidad de ideologías, es el encumbramiento de los partidos que totalitarios se camuflan para engañar a los electores, y eclosionan la democracia desde adentro, buena cuenta dio de ello, la debilidad de Hindemburg al ceder a Hitler poder para evitar o hacer cesar su proceder violento.
No olvidemos también la máxima de Jean Francois Revelle cuando recuerda, que LA PAZ, es la estrategia el comunismo para la toma del poder en su libro “Como terminan las democracias” o como diría la escuela de guerra de Lenin, “aun no ha llegado nuestra hora pero llegará en 20 o 30 años cuando lanzaremos nuestra más espectacular propuesta de paz, los países capitalistas estúpidos y decadentes se aproximarán con alegría ante la oportunidad de amistad, cuando los tengamos debajo de nuestra mano los aplastaremos con nuestro puño cerrado.
Sea hora de recordar, que las decisiones de nuestras instituciones no pueden estar permeadas de la violencia, censurada y sancionada en las marchas de protestas por países como Alemania o Francia incluso por el simple uso de capuchas o caretas que no permitan ver el rostro de los marchantes por ejemplo, cuanto más por el daño a la propiedades privadas.
Asimismo, no pueden ser violentados ni la Corte ni el Congreso, por las vías de hecho a efectos de incidir en sus decisiones que reclaman autonomía, menos que la violencia que pretende incidir en ella sea incitada por ningún funcionario público. Deja la duda si la autonomía de la Corte se interfirió exigiéndoles bajo el influjo del temor un rápido actuar, temor animado por los dantescos recuerdos del palacio de 1985 y si dicho temor quiere trasladase ahora al Congreso.
Todo consentimiento viciado por la fuerza, entendida como un justo temor, repercute en el vició de dicha expresión constitutiva del acto jurídico.
En cuanto a la Sociedad Civil, esta no puede ser violentada en su capacidad de decisión y su expresión como poder constituyente con expresiones de poder que la violenten, como las dirigidas a una crisis en la cesación del suministro de medicamentos premeditada u otra por el estilo tan mencionadas, en procura de generar la percepción deseada en la opinión pública y en desmedro del interés general de la sociedad colombiana, conllevando además al sacrificio de inocentes si así se diera.
Finalmente, con la incomodidad que se pueda tener con las realidades que difunda un medio de comunicación, no puede pretenderse establecer una línea editorial gobiernista, que resulte en ley Mordaza y que reitere las vías de hecho para que reine la censura en la Sociedad en General, indicando que “los medios embrutecen”.
Ni poderes públicos, ni prensa libre, ni sociedad civil, pueden rescindir sus voluntades a las vías de hecho provengan de donde provengan, ello exhibe un talante antidemocrático y repercute en el actuar de la sociedad animado por el miedo y no de las libertades y de la libre voluntad.
*Cristian Velandia, Presidente JAM Colombia
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