¿Cuál es la política que adoptará Colombia cuando algún laboratorio farmacéutico desarrolle y solicite patente de la vacuna o de la cura contra la pandemia de este 2020? ¿Conceder y reconocer derechos plenos sobre ese desarrollo y pagar lo que exija el inventor? o ¿pueden los laboratorios colombianos copiar esa invención y reproducirla a precios asequibles a nuestros ciudadanos?
No es menor la cuestión en la que los intereses de nuestro país, y de todos los colombianos, se pueden ver seriamente comprometidos de acuerdo con la política de propiedad intelectual que se adopte para uno u otro caso.
Solo para complementar el debate, resalto que hasta hace relativamente poco (años 80), a nadie se le ocurría conceder derechos de patente sobre medicamentos, era un sacrilegio, casi contra natura, pensar que alguien pudiera tener el monopolio o la exclusividad sobre cualquier cosa que mejore la salud humana.
A tan solo meses de afrontar los problemas pandémicos actuales ya se han propuesto por varios emprendedores e investigadores colombianos diferentes soluciones a la crisis que agobia en estos momentos a la humanidad. Hemos visto desde respiradores criollos, con la misma funcionalidad, pero infinitamente más económicos que los importados, hasta cámaras de desinfección portátiles para evitar el contagio por citar solo los más anunciados.
Estos hechos nuevamente evidencian que nuestro subdesarrollo nada tiene que ver con la falta de innovación, que abunda en nuestros empresarios; el problema es de política y de educación, en especial sobre propiedad intelectual.
Una adecuada política pública en materia de Propiedad Intelectual advertiría al mundo empresarial, que aparte de los respiradores, de las cámaras de desinfección, con sencillas búsquedas de información tecnológica en Bancos de Patentes, podrían seguramente hacer pruebas de diagnóstico para detección del virus, unidades de cuidados intensivos UCI y hasta curas criollas para el mal sólo por traer algunos ejemplos.
En una conferencia que hace un par de años tuve el gusto de hacer en TEDxNeiva expuse que, de las 10 principales universidades del país, solo dos, y en sus carreras de Diseño Industrial, incluyen dentro de sus programas académicos la cátedra de propiedad intelectual, es decir que, nuestros ingenieros, químicos, físicos y en general, todos nuestros científicos salen de la universidad sin recibir siquiera una mínima formación en esta trascendental materia.
Vale entonces preguntar: ¿Debe seguir Colombia reconociendo derechos a ultranza en materia de propiedad intelectual cómo lo hizo en los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea o entenderemos que la Propiedad Intelectual no es una herramienta de comercio sino el principal instrumento de desarrollo para un país?
¿Seguiremos privilegiando derechos a multinacionales no instaladas en Colombia y que nada o poco dejan al país? ¿Seguiremos afectando a las industrias nacionales e internacionales que generan riqueza, empleo y desarrollo en Colombia, como en el sonado caso de Crocs Vs Evacol en el que se reconocen derechos a unos zapatos que llevan más de medio siglo en el mercado?
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