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OPINIÓN

La COP16 y la urgencia de financiar la biodiversidad

30 de octubre de 2024

Federico García Gutiérrez

Asociado en Parra Rodríguez Abogados
Canal de noticias de Asuntos Legales

Es alarmante: según la WWF, el tamaño promedio de las poblaciones de vida silvestre se ha reducido en un 73% en los últimos 50 años. En Colombia, vemos la drástica disminución del bosque seco tropical.

Para enfrentar la pérdida de biodiversidad, la comunidad internacional se unió en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). Este tratado busca proteger la naturaleza y sus beneficios para las personas. Las Conferencias de las Partes (COP) del CDB son reuniones donde los países acuerdan acciones para cumplir los objetivos del convenio.

En la COP de 2010 en Aichi, Japón, 196 países adoptaron 20 objetivos para la conservación de la biodiversidad llamadas las metas de Aichi.

Estas buscaban detener la pérdida de la biodiversidad en el mundo y garantizar que para 2020 se obtuvieran beneficios esenciales para soportar todas las formas de vida. De las 20 metas de Aichi, ninguna se cumplió. Varios factores contribuyeron a este fracaso, destacando la insuficiencia de financiamiento.

El fracaso de las metas de Aichi evidenció que, para establecer objetivos exitosos en la conservación de la biodiversidad es necesario implementar estrategias de financiamiento claras.
Aprendiendo de la experiencia, en la COP15 se creó el Marco Global de Biodiversidad (MGB) Kunming-Montreal, una hoja de ruta con 4 objetivos y 23 metas para detener y revertir la pérdida de biodiversidad hasta 2030.

Considerando que la financiación de los proyectos es un punto clave y puede ser la base del éxito de las iniciativas, el MGB asegura el financiamiento de sus objetivos y metas con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Este principio busca que los países más responsables de la pérdida de biodiversidad se comprometan en mayor medida al financiamiento para su recuperación.

Aunque Colombia no es de los países más responsables, si ha sido influyente en la restauración ecológica. En parte porque Colombia ocupa el 0.7% de la superficie terrestre y alberga alrededor del 10% de la diversidad biológica del planeta. Gracias a la variedad de ecosistemas y cantidad de especies, Colombia es considerado un hotspot de biodiversidad.

Esto implica una responsabilidad inmensa de mantener y recuperar la biodiversidad del país y presenta una oportunidad grandísima para atraer inversión sostenible.

En Colombia existen iniciativas sostenibles llamadas Soluciones Basadas en Naturaleza (SBN) que se pueden financiar a través de (i) recursos del gobierno nacional, (ii) recursos públicos internacionales no reembolsables, (iii) cooperación internacional a modo de préstamos u otros, y (iv) sector privado.

Según datos del Departamento Nacional de Planeación en 2019, el 51% de la inversión total en SBN provino de recursos públicos nacionales, el 32% de recursos públicos internacionales, 10% del mercado voluntario de carbono y 1% del sector privado nacional.

Se puede impulsar la financiación privada y fomentar la financiación combinada (blended finance) para captar capital adicional e incentivar la inversión del sector privado en biodiversidad.
Por ejemplo, el Ministerio de Ambiente creó los Bancos de Hábitat como parte de la Estrategia Nacional de Compensaciones Ambientales.

Estos bancos son un modelo de inversión y compensación ambiental enfocado en la protección y restauración de áreas de alto valor ambiental, facilitando el cumplimiento de obligaciones ambientales. Están diseñados con un sistema de pago por resultados, garantizando que sean medibles. Además, pueden emitir créditos de biodiversidad y atraer recursos del sector privado. Actualmente, hay más de 8 Bancos de Hábitat en Colombia, que abarcan más de 4,800 hectáreas protegidas.

Este modelo involucra a las comunidades locales y es un mecanismo de generación de ingresos. Se basa en el pago por la protección de ecosistemas, buscando reemplazar la explotación tradicional de la tierra.

Con lo anterior, y aún más como país anfitrión, Colombia debe demostrar capacidad para desarrollar proyectos e iniciativas de restauración y protección de la biodiversidad. Ser destino de inversión sostenible abre puertas al desarrollo ambiental, económico, turístico y social en el país. Está en nuestras manos aprovechar esta oportunidad.

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