Bajo estándares internacionales, Colombia no es un país petrolero: no tenemos el nivel de producción ni las reservas para aspirar siquiera a ser considerado como tal.
Sin embargo, tenemos el mismo problema de Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Irán, Kuwait, Omán, Nigeria, entre otros: la alta dependencia de la economía hacia los precios internacionales del petróleo está amenazando nuestro modelo económico.
Ante la pérdida de influencia sobre los precios del petróleo, los líderes de estos países entendieron la necesidad de diversificar sus fuentes de ingresos rápidamente.
La fórmula común es la misma que probaron con éxito China (para hacer un tránsito al capitalismo) y Dubái (para llevar al petróleo a una incidencia de solo 5% del PIB): creación de una política de atracción de los grandes proyectos de manufactura y servicios mediante Zonas Económicas Especiales.
Puertos de aguas profundas, aeropuertos de última generación, infraestructura vial y de servicios de primer nivel, líneas de crédito blando para emprendimiento, entre otros, son algunos de los valores agregados que ofrecen estos países. Sin embargo, todas las apuestas tienen un factor común: creación o modernización del régimen legal de Zonas Económicas Especiales, a la medida de las necesidades de los grandes inversionistas a nivel mundial.
La competencia para atraer estos capitales también está llegando a nuestra región: México y Perú acaban de lanzar regímenes legales de Zonas Económicas Especiales de última generación, con los mismos estándares que están siendo adoptados por los países petroleros.
Colombia no puede quedarse atrás. Aunque tenemos un régimen de zonas francas que ha sido exitoso (más de 100 zonas francas en operación), nos están subiendo la vara en un momento en que dependemos de atraer grandes proyectos de inversión para diversificar la economía y contrarrestar nuestra dependencia hacia el petróleo. Con el régimen de incentivos actual, no es posible competir en igualdad de condiciones con estos países.
Tenemos la gran ventaja de tener elementos importantes para entrar en la contienda: tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea (lo cual beneficia las operaciones de “reshoring”), ubicación geográfica ideal, infraestructura portuaria en proceso de expansión y modernización y una política sana de protección de la inversión.
El siguiente paso debe ser una reforma estructural para crear un régimen de Zonas Económicas Especiales de última generación.
En agosto del presente año inició trámite legislativo en el Congreso un proyecto de ley por medio del cual se crean las Zonas Económicas Especiales en Buenaventura. La aprobación de esta legislación es determinante, no solo para promover la transformación industrial que nuestro país necesita, sino para aprovechar la ubicación de Buenaventura, la cual es estratégica dentro de la Alianza del Pacífico y en relación con China y otros países asiáticos que están evaluando el traslado de sus fábricas para acceder de forma más eficiente a sus principales mercados.
Ganaremos algunas batallas y perderemos otras. Pero, la única forma de poder competir, es tener las mismas condiciones que nuestros contrincantes, siendo este marco legal el primer paso.
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