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OPINIÓN

Cuando los elefantes pelean sufren las hormigas

23 de septiembre de 2024

Gabriel Ibarra Pardo

Socio de Ibarra Rimon
Canal de noticias de Asuntos Legales

La investigación anti-subsidios de la Unión Europea sobre las importaciones de vehículos eléctricos chinos ya está afectando el mercado internacional, incluso antes de que se expida la decisión oficial.

Ante esta eventualidad, China ha comenzado a desviar sus exportaciones a países como Brasil, Kirguistán y Corea del Sur, lo que probablemente se extenderá a otros países de la región.

A ello se suma el reciente anuncio del gobierno de EE.UU. de imponer un arancel del 100 % a los vehículos eléctricos chinos a partir de septiembre, lo que implica el cierre inminente de los principales mercados que demandan esos vehículos.

Este hecho demuestra que las decisiones de las grandes economías pueden ocasionar una reacción en cadena que afecta al resto de los países.

Según un informe de Global Trade Alert, las exportaciones de vehículos eléctricos chinos hacia la Unión Europea disminuyeron del 42% al 32%, durante el primer trimestre de 2024, es decir, 10 puntos porcentuales en comparación con el mismo período en 2023, mientras que las exportaciones a Brasil aumentaron 4.5 puntos y las destinadas a Kirguistán y Corea del Sur crecieron 3.5 puntos cada una.

Este aumento acumulado de las exportaciones, en 11.5 puntos porcentuales hacia mercados emergentes, supera la caída de ventas hacia la UE, lo que evidencia que los productores de ese país están explorando nuevos mercados para colocar su oferta debido al cierre inminente de sus principales mercados.

Si economías tan robustas como las mencionadas han respondido, de manera firme, ante la amenaza de estas exportaciones a precios distorsionados, el riesgo es aún mayor para economías más pequeñas y vulnerables, como la colombiana y la de otros países de la región.

Pero las subvenciones y ayudas de China a sus empresas, no se limitan a al sector automotriz, sino que se extiende a otros como el de los paneles solares, los textiles, el aluminio y, por supuesto, el acero, por citar algunos.

La génesis del problema radica en que la OMC, que es un acuerdo de economías de mercado, permitió la entrada de China sin exigirle previamente que hiciera el tránsito a la economía de mercado, lo que ha generado todo tipo de distorsiones y ha llevado a falsear, de manera grave, la competencia, en el sistema multilateral de comercio.

En este escenario, los países más perjudicados serán aquellos que carecen de un sistema de defensa comercial lo suficientemente ágil y eficaz para contrarrestar esta amenaza.

De otra parte, es probable que, en la medida en que los estados afectados vayan adoptando los remedios para neutralizar estas distorsiones, los productores chinos busquen localizarse en el territorio de los países cuyos mercados pretenden conquistar, lo que podría llevar a la ineficacia de las defensas comerciales.

En este sentido, no es usual que las leyes de competencia incluyan mecanismos para meter en cintura las ventajas artificiales de las que gozan las empresas apalancadas o controladas por estados extranjeros.

El Libro Blanco adoptado por la Unión Europea constituye un referente esencial, por cuanto permite a la Comisión adoptar medidas correctivas, como bloquear inversiones, concentraciones o adjudicaciones, o exigir compromisos cuando se confirme que un subsidio distorsiona el mercado interior.

Además, las empresas extranjeras involucradas en operaciones superiores a 500 millones de euros o licitaciones de más de 250 millones deben notificar a la Comisión cualquier subsidio recibido de países no pertenecientes a la UE que supere los 50 millones de euros.

Es hora de que se comiencen a revisar estos temas con urgencia.

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