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OPINIÓN

El guayabo post-Brexit

18 de enero de 2021

Gabriel Ibarra Pardo

Socio de Ibarra Rimon
Canal de noticias de Asuntos Legales

Tras el júbilo de los británicos por la votación del Brexit en el año 2016, y después de prorrogar tres veces su retiro de la Unión Europea (UE), finalmente se acordó que ello se haría efectivo el 31 de enero de 2020, con un periodo de transición que se extendió hasta el 31 de diciembre de ese mismo año.
A partir del 2021 las relaciones, entre Inglaterra y la UE, se regirán por un Acuerdo Comercial cuya negociación tomó 10 meses y que se cerró finalmente a las volandas el 24 de diciembre de 2020.
Los temas más álgidos de las negociaciones fueron: i) la igualdad de condiciones en las regulaciones para prevenir la competencia desleal, ii) el mecanismo de solución de controversias y iii) el acceso de la unión europea a la pesca en las aguas británicas.

Sobre el primer punto, el Reino Unido logró que se le garantice la libre circulación de mercancías, desde y hacia la Unión Europea, sin pagar ningún gravamen, aunque esta ventaja se condicionó al cumplimiento de obligaciones con la UE para mantener la igualdad de condiciones en temas regulatorios. Así, por ejemplo, Gran Bretaña se comprometió a no disminuir los niveles regulatorios actuales relativos al medio ambiente y las ayudas estatales.

No hubo ningún acuerdo sobre servicios lo que generará una gran incertidumbre jurídica, especialmente en el campo financiero, en el que ese país es un importante exportador.
En cuanto a la solución de diferencias se convino que las disputas surgidas del Acuerdo serán resueltas por árbitros independientes, salvo aquellos aspectos que involucren la interpretación de la ley comunitaria que serán resueltos por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ante incumplimientos o conductas anticompetitivas se aplicarán aranceles para neutralizar las distorsiones o igualar el campo de juego. Finalmente, en cuanto al tema de la pesca, se resolvió que la UE mantendrá el acceso a las aguas británicas durante cinco años con su cuota reducida en un 25%.
Ha inquietado también que el Acuerdo no desarrolle a profundidad la cooperación en política exterior y en seguridad nacional.

Parece que hay consenso entre los expertos en que el Acuerdo no pasará de ser un paño de agua tibia y que este divorcio va a dejar bastante disminuida a Gran Bretaña quien sufrirá un daño económico permanente. La oficina de presupuesto de ese país estimó que el Brexit va a reducir su PIB en un 4% en el largo plazo. Además, The Economist ha señalado que el Brexit podría generar divisiones internas pues hay quienes han comenzado a plantear la independencia de escocia, y aunque señala que no es fácil que se dé un referendo en este sentido, bajo un Gobierno Británico, concluye que tampoco puede decirse que esa situación sea del todo impensable, como lo fue en un tiempo. También cita esa publicación a Sophia Gastón, quien manifiesta que el Brexit ha producido, "una enorme cantidad de volatilidad" en las actitudes públicas hacia la política exterior.‎ “Los observadores en el extranjero han mostrado su desconcierto no sólo por la voluntad de GB de auto infligirse daño, al abandonar la ‎‎UE, sino también por la falta de un plan para hacerlo”.

La moraleja del Brexit es clara: los países también son proclives a confundir los deseos con la realidad y ni siquiera aquellos que se reputan como desarrollados son inmunes al populismo que no trae nunca nada bueno. Tal parece que para Gran Bretaña no va a ser nada fácil recuperarse de esta borrachera.

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