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OPINIÓN

El informe Dragui y la política de competencia en la UE

07 de octubre de 2024

Gabriel Ibarra Pardo

Socio de Ibarra Rimon
Canal de noticias de Asuntos Legales

Mario Draghi, exdirector del Banco Central Europeo y exprimer Ministro Italiano, publicó recientemente un informe sobre el futuro de la competitividad de Europa, que ha generado gran revuelo y en el que sostiene que el crecimiento económico de la UE ha permanecido estancado desde los años 90, especialmente en comparación con Estados Unidos y China.

Draghi Señala que el crecimiento productivo de la UE es considerablemente menor al de las otras potencias y presenta algunos datos muy elocuentes.

Así destaca que ninguna empresa europea creada durante los últimos 50 años ha alcanzado los 100 mil millones de euros en capitalización de mercado, mientras que en Estados Unidos varias compañías han superado el billón de euros en ese mismo periodo.

Ilustra, además, que la UE se ha quedado rezagada en Investigación y Desarrollo, sobre todo en sectores cruciales como la inteligencia artificial, cuyo liderazgo y evolución se encuentran dominados por empresas norteamericanas.

Según Fiona M. Scott, el autor resalta la necesidad de que el régimen de competencia de la UE no tenga como efecto secundario erigirse en un obstáculo o perjudicar la innovación.

Draghi sugiere varias medidas que la UE debería adoptar para incrementar su competitividad global entre las que ocupa un lugar destacado, además de la eliminación de barreras burocráticas y el fortalecimiento del mercado único, el cambio de enfoque en la política de competencia.

En este sentido, recomienda que la autoridad de competencia se concentre en evaluar, no solo el impacto de algunas operaciones de fusiones y adquisiciones en los precios, sino también su efecto en la innovación futura.

Plantea una "defensa de la innovación", como criterio para dar vía libre a operaciones de integración, cuando se acredite que ellas estimulan la capacidad de innovar, lo que por supuesto implicaría una modificación en las directrices de control de integraciones de la UE.

Además, advierte que en las investigaciones antimonopolio en sectores estratégicos como el de defensa, energía o espacial la autoridad debería estudiar y, de ser el caso, minimizar el impacto que sus decisiones puedan tener sobre la competitividad de la economía europea y analizar si ellas pueden debilitarla o fortalecerla. Esto es lo que Draghi llama el criterio de resiliencia de la economía.

También plantea expedir guías y lineamientos claros para facilitar la cooperación entre competidores, en áreas como la I+D y la sostenibilidad, con el fin de que ellos colaboren entre sí, en el desarrollar estándares y encontrar soluciones que favorezcan a los consumidores europeos y promuevan la creación de nuevas tecnologías.

Finalmente, Draghi propone que las normas de competencia se flexibilicen y adapten a los mercados emergentes digitales, donde las dinámicas de competencia son más difíciles de abordar con los enfoques tradicionales, debido a que esos mercados están dominados por unas pocas empresas.

Indudablemente, estas propuestas son un llamado a reflexionar sobre la política de competencia de la Unión Europea, criticada por ser más restrictiva que la de Estados Unidos. Además, cuestionan si es prudente emitir regulaciones ex sin una comprensión adecuada de los nuevos fenómenos tecnológicos.

En el caso de los países latinoamericanos, se debe observar especial cautela al intervenir o expedir directrices sobre temas como la inteligencia artificial que aún no comprendemos del todo por cuanto, podría estancarse el mercado, como está ocurriendo en Europa.

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