La creencia de que la geopolítica es un factor clave en la dirección del comercio global cobra cada vez más relevancia.
En esta columna se ha destacado como la geopolítica se ha convertido en un factor crucial en el comercio global. La tensión entre grandes potencias indica que pronto veremos una intensificación de los bloques económicos, en un escenario donde el libre comercio se llevará a cabo entre los países que cuenten con intereses políticos, y estándares regulatorios y ambientales similares.
Es probable que la crisis del sistema multilateral se agudice de una manera sin precedentes y se avizora que la apertura económica cederá terreno a la conformación de alianzas estratégicas en procura de la seguridad económica. Para afrontar este nuevo escenario el economista Simon J. Evenett ha propuesto que los países adopten una estrategia que ha denominado como “Unilateralismo Inteligente".
Propone Evennett que en lugar de centrarse en la protección comercial o en la formación de alianzas, los gobiernos deberían robustecer su entorno empresarial interno para que sus economías sean más resistentes y adaptables ante las disrupciones internacionales.
La propuesta se enfoca en fortalecer las infraestructuras locales, modernizar los marcos regulatorios y asegurar que las empresas nacionales cuenten con las capacidades necesarias para redirigir sus exportaciones en caso de que se bloqueen los mercados tradicionales.
Resalta el autor el hecho de que las respuestas tradicionales, como el proteccionismo, suelen generar efectos contraproducentes a largo plazo. En lugar de proteger la economía, las barreras comerciales tienden a aumentar los costos para los consumidores y a reducir la competitividad local. Un entorno empresarial fuerte y moderno, con políticas fiscales y regulatorias eficientes, permite que las firmas locales respondan con flexibilidad a las crisis y accedan a nuevos mercados.
Pone como ejemplo el caso de Suiza, país que ha logrado mantener su competitividad internacional y señala como, a pesar de su tamaño limitado ha logrado sortear con éxito las anomalías comerciales.
No obstante, la propuesta de Evenett deja abiertas muchas preguntas sobre su viabilidad en contextos más complejos y mucho menos desarrollados que el suizo, pues es una realidad que sus fórmulas y propuestas no están al alcance de muchas economías que afrontan graves problemas estructurales, con instituciones muy débiles y con un costo país que no es fácil de reducir.
La falta de infraestructura adecuada, el tamaño del estado o la burocracia excesiva y las dificultades de financiamiento son obstáculos que pueden llevar al fracaso cualquier intento de modernización antes de comenzar.
Mientras que las grandes potencias pueden seguir esta ruta, las economías emergentes encontrarán obstáculos insuperables en el corto plazo, lo que ahondara más las brechas de desarrollo.
Sin embargo, esta nueva realidad es también una fuente de oportunidades para los países de la región latinoamericana que deberíamos aprovechar. De hecho, los países de la región han reemplazado a China como principal socio comercial de Estados Unidos.
En este contexto, debemos observar a vecinos como México, Costa Rica y República Dominicana, que han adoptado el "nearshoring" como política de estado. Actualmente, en México, el desempleo es del 2.6% (INEGI) y, según el Departamento de Comercio de EE.UU., el” nearshoring” ha generado 143,000 millones de dólares. Además, estadísticas de la AMPIP indican que, desde el inicio de la guerra comercial entre China y EE.UU., sus 400 parques industriales mantienen una ocupación del 98%, con tiempos de entrega de bodega entre 18 y 24 meses.
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