Desde 1994, la Cumbre de las Américas ha sido una de las reuniones más importantes para los países de América Latina y el Caribe.
Este año, la IX Cumbre se llevó a cabo, del 6 al 10 de junio, en la ciudad de los Ángeles (Estados Unidos) y tuvo como objetivos los de discutir propuestas para la recuperación económica y abordar las principales causas de la migración irregular.
Sin embargo, el encuentro fue saboteado por la decisión de no asistir al evento, tomada por los dirigentes de Bolivia, Guatemala, Honduras y México, luego de que Estados Unidos dejara por fuera de la cumbre, a Cuba, Nicaragua y Venezuela, por no ajustarse a los postulados de la Carta Democrática Interamericana de 2001 que consagra la democracia como un valor central.
El diario los Ángeles Times, señaló que, la ausencia de tal cantidad de mandatarios devino en “un motivo de bochorno para el presidente Joe Biden, a quien le ha costado consolidar el liderazgo de su país en una región con un alto nivel de desconfianza hacia Estados Unidos y donde la influencia de China ha crecido”.
Por su parte, en un intento por demostrar que EE.UU aún conserva su liderazgo en la región, el presidente Biden, en la ceremonia inaugural de la cumbre, anunció su propuesta de crear la “Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica”, cuyo objetivo es “impulsar la prosperidad económica de todo el continente”.
Para esos propósitos, la alianza ha previsto como sus pilares (i) Impulsar la inversión para fomentar el empleo en países donde el índice de migración hacia los EE. UU. es alto. Para ello, la administración Biden invertirá USD$1.900 millones de dólares en aras de generar empleo en Honduras, Guatemala y El Salvador. (ii) Reducir las emisiones de carbono. Para lograr este propósito, se deberán adoptar en la región tecnologías de bajas emisiones. (iii) Aumentar la cooperación con Argentina, Canadá, Brasil, y Chile, para aumentar la producción y exportación de alimentos, empeño para el que se piensa destinar USD$300 millones.
El diario El País de España ha dicho que la alianza es etérea debido a que EE.UU. no indicó a partir de que momento comenzará su implementación. Incluso, destacó que, sólo hasta las próximas semanas se empezarían a celebrar “consultas iniciales con los socios del hemisferio para determinar el contenido real de la alianza”.
Aunado a lo anterior, el subdirector del Programa Latinoamericano del Wilson Center, Benjamín Gedan, adujo que, “una cumbre que no produzca acuerdos y resultados significativos es todo un fracaso”.
En concepto de algunos analistas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, como Ryan Berg y Daniel Runde, “Washington debe presentar propuestas más concretas para la cooperación regional si desea volver a ser el principal socio comercial de América Latina y El Caribe”, por cuanto, durante muchos años, EE.UU. sólo se ha dedicado a advertir sobre las desventajas que se derivan del hecho de que Latinoamérica realice negocios con China, pero nunca han ofrecido alternativas serias y concretas que contrarresten la influencia y la inversión de ese país en la región .
En suma, la percepción que quedó de la cumbre es que fue un intento diplomático bastante lacónico, de escasa trascendencia e insuficiente para acercarse a Latinoamérica, toda vez que, no se plantearon soluciones específicas para el crecimiento de la región.
Pero más inciertos y difusos aún son los beneficios que la alianza podría traer para Colombia. La elección del próximo presidente de la República, que en la fecha de publicación de la presente columna ya estará definida, será determinante para la exploración de las posibles oportunidades.
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