El anuncio de una posible fusión entre Honda y Nissan generó una gran conmoción en la industria automotriz.
Esta alianza, se proyectaba como una de las más importantes en la historia del sector y según Toshihiro Mibe, CEO de Honda, obedeció a la reciente dominancia y poder de los fabricantes chinos de vehículos eléctricos y a la necesidad de generar mayores economías de escala, todo ello en aras de competir con gigantes como Tesla y BYD.
De acuerdo con el New York Times, Japón, cuna de algunos de los fabricantes más prestigiosos del mundo, enfrenta un dilema estratégico por cuanto la acelerada transformación hacia la electrificación y la conducción autónoma ha encarecido los costos de desarrollo.
Honda y Nissan ocupan la segunda y tercera posición, respectivamente, como mayores fabricantes de automóviles en ese país.
De ahí que la compañía resultante de esta transacción se convertiría en el tercer fabricante de automóviles del mundo, sólo superada por Toyota y Volkswagen.
Sin embargo, la operación dio un giro inesperado en los últimos días porque, al parecer las negociaciones están al borde del fracaso.
Medios como The Guardian y Reuters han reportado que Honda pretendía imponer a Nissan la condición de que esa compañía se convirtiera en su subsidiaria, con lo que, según se rumora, la segunda no estuvo de acuerdo. Hasta el momento, ninguna de las partes ha dado la noticia, del fracaso de la operación, de manera oficial.
De otra parte, según el Financial Times Nissan estaría en la búsqueda de nuevos socios, como la compañía Foxconn, que ya ha incursionado en la fabricación de vehículos eléctricos.
No obstante, esta búsqueda deberá realizarse con apremio, debido a que Nissan afronta una grave crisis financiera que, según un alto funcionario citado por Forbes, podría llevarla a la bancarrota este año.
De acuerdo con este medio la compañía ha tenido una disminución de 70% en las ganancias proyectadas para el 2024 y una pérdida de $60 millones en el último trimestre de ese mismo año.
La compañía se ha visto obligada a tomar medidas drásticas, entre ellas la reducción de costos por US$3 mil millones, lo que ha implicado la venta de una parte significativa de su participación en Mitsubishi Motors reduciendo su participación de 34% a menos de 25% y la eliminación de 9,000 puestos de trabajo a nivel global.
Para Carlos Ghosn, ex presidente de Nissan, la integración con Honda, además de darle mayor músculo financiero a esa compañía, permitiría compartir los costos en desarrollo tecnológico entre ambas marcas, lo que se vería reflejado en una reducción del precio final que paga el consumidor.
También se ha señalado, como una ventaja de esta operación, el hecho de que ambas empresas podrían fabricar sus vehículos con un diseño más parecido y utilizando las mismas piezas y estructuras, lo que conllevaría a que la producción fuera más eficiente y a que los costos de desarrollo bajaran considerablemente.
Así que todo parece indicar que a Nissan no le queda otro camino que concretar la fusión, ya sea con Honda o con cualquier otro socio, con el fin de garantizar su sobrevivencia y de mantener su competitividad en el mercado de los vehículos eléctricos.
En este mercado, la empresa no sólo ha perdido liderazgo, sino que se ha quedado estancada, debido a la aparición de competidores como BYD y Tesla.
De frustrarse esta operación, podrían prenderse las alarmas pues ejecutivos anónimos de la compañía dijeron al Financial Times en el 2024 que a Nissan le quedaban como máximo entre 12 a 14 meses para sobrevivir.
El mundo está a la expectativa de la posición oficial de las partes intervinientes y del desenlace de esta operación.
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