Desde que Elon Musk compró X (antes Twitter) a finales de 2022, las polémicas que se han generado por sus nuevas políticas de administración han estado a la orden del día.
Uno de los temas más álgidos es el concerniente a la verificación de cuentas, metodología que, según lo determinó, preliminarmente la Comisión Europea, infringe la Ley de Servicios Digitales.
De conformidad con la autoridad, esta nueva política engaña, desinforma y confunde a los usuarios y les dificulta tomar decisiones libres e informadas.
Los usuarios de X recordarán que, con anterioridad a la administración de Musk, las cuentas pertenecientes a celebridades, figuras públicas, organizaciones o entidades gubernamentales contaban con una insignia azul, al lado del nombre del usuario, que certificaba la autenticidad de la cuenta y su verdadera pertenencia a quien se presentaba como su titular.
Con la llegada de la nueva administración, esta opción quedó totalmente restringida y sólo pudieron acceder a ella quienes aceptaron pagar un valor de entre US$3 y US$16 mensuales, por una suscripción.
Por consiguiente, la certificación dejó de ser un instrumento idóneo para garantizar la autenticidad de las cuentas y se convirtió en un vulgar negocio. Lo único que acreditaba era que su titular pagaba por la suscripción.
Mas aún. La insignia azul comenzó a inducir a error, sobre la legitimidad de las cuentas, a aquellos usuarios que no estuvieran al tanto del cambio de las políticas.
Fue ello lo que le sucedió a Andrew Thomas, quien se quejó, a través de un Tweet, de que la empresa Booking se rehusaba a reembolsarle el valor de unos tiquetes de un vuelo que fue cancelado.
Con posterioridad a su trino, Thomas recibió un mensaje de una cuenta que parecía pertenecer a Booking e incluso sostuvo una conversación con un falso empleado, quien le aseguró que le darían su reembolso pero que para eso debería descargar una App que le pareció a Thomas, bastante sospechosa, a pesar de que presentaba la insignia azul de verificación.
También fue viral el caso de una cuenta falsa que suplantó a la farmacéutica Eli Lilly y que contaba con ese distintivo de autenticidad. La cuenta publicó un Tweet en el que ofrecería gratis uno de los medicamentos de esa compañía lo que tuvo como efecto que las acciones de la farmacéutica cayeran un 4,3%.
Ante lo anterior, X ha intentado adoptar algunos correctivos que están lejos de ser idóneos y de constituir una real solución de fondo.
Así, la plataforma diseñó dos nuevas insignias de verificación. Una gris, que identifica entidades gubernamentales como la Casa Blanca y otra dorada, dirigida a organizaciones como bancos o aerolíneas.
Sin embargo, la insignia dorada tiene un costo de US$1.400 mensuales, lo que implica que una ingente cantidad de organizaciones no estarán en capacidad o en disposición de pagar esta suma.
Además, X no ha educado activamente a los usuarios acerca de la manera cómo funcionan estas verificaciones, y los ha dejado expuestos a todo tipo de engaños y estafas, como lo puso de presente Lisa Webb, experta en derecho del consumo.
Respecto del sello azul, aunque X creó nuevas exigencias para su utilización (contar con un nombre y foto actualizados, número telefónico confirmado, usar activamente la cuenta, y otras), no ha implementado ningún método eficaz de comprobación de identidad.
El anterior es un típico caso que bien hubiera podido incluir Michael Sandler en su famosa obra “What Money Can´t Buy”, en la que llama a reflexionar sobre algunos negocios se han generalizado y que, a pesar de ser aparentemente legítimos, generan serias dudas y cuestiones desde el punto de vista ético.
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