Que los comportamientos evolucionan con el transcurso del tiempo es una verdad de a puño. De hecho, la teoría de Darwin reposa, en últimas, en el reconocimiento de la capacidad de los seres para adaptar sus comportamientos a los cambios producidos en el entorno en el cual se desenvuelven y, en consecuencia, sobrevivir a ellos. Se trata, entonces, de una decisión de quilates que pasa necesariamente por el matiz de las mejores capacidades -producto también de la evolución- para identificar acertadamente cuáles son esos cambios del entorno respecto de los cuales deben ajustarse los comportamientos. Naturalmente que el círculo se cierra con la determinación para sacar adelante tales comportamientos. Salta a la vista que se trata de un reto que atañe también a las empresas e involucra a la totalidad de la organización.
Está claro para los estudiosos de la teoría darwinista que no son necesariamente los individuos más fuertes quienes sobreviven sino quienes gozan de las mejores y mayores capacidades para adaptarse al cambiante entorno, los más flexibles; de hecho, los más rígidos son los primeros llamados a desaparecer. Dado que no hay razón alguna para suponer que las empresas no están sujetas también a los planteamientos de la teoría de Darwin, debemos preguntarnos entonces si somos las más flexibles o las más rígidas a la hora de asumir nuestro lugar en el entorno y observar y entender los cambios ocurridos en éste con potencial para impactar nuestra evolución. Bueno, soy consciente que no hay mucha gente de talento humano particularmente interesada en Darwin y que seguramente suponen como una total estupidez pensar en términos de evolución de las especies los asuntos inherentes a la gestión humana en las organizaciones. No obstante, forzoso es reconocer que incluso si tuvieran razón podemos asegurar que conocer dichos cambios del entorno, puede permitirnos jugar con mayor ventaja en la búsqueda de obtener mejores beneficios.
Siendo esto así, quisiera llamar la atención de quienes me leen poniéndoles de presente la importancia que los Estándares Laborales Internacionales -ELI- han venido teniendo en la evolución del contexto en el cual se mueven -y son observadas- las empresas de unos años para acá. Mi experiencia como responsable durante varios años de las relaciones del gobierno de Colombia con la OIT como Jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales del Ministerio de Trabajo primero y luego del Ministerio de la Protección Social, como miembro del equipo negociador -en calidad de experto en Derecho Laboral Internacional- de los capítulos laborales de los TLC suscritos por Colombia con EE.UU. y Canadá, así como del ejercicio profesional dedicado por entero a la asesoría de empresas en el diseño de herramientas de relacionamiento laboral basadas en los ELI, y los casi treinta años de cátedra -posgrado- en Derecho Laboral Internacional, me han permitido identificar y confirmar la tendencia histórica que apunta a la conformación de un cada vez más robusto entramado de iniciativas, instituciones y escenarios globales en los cuales se “juzga” el comportamiento de las empresas desde la perspectiva no del cumplimiento de las normas nacionales en materia laboral, sino de unos estándares globales respecto de los cuales los stakeholders consideran -y exigen- que sean entendidos como de vigencia universal, juzgamiento que se lleva a cabo valiéndose de las TIC’s y en el complejo escenario de las redes sociales.
Algunas compañías han entendido está realidad y están comprometiéndose en proyectos orientados a desarrollar sus propias capacidades para entender mejor ese entorno e identificar por sí mismas las mejores Buenas Prácticas de Relacionamiento Laboral que, les permiten no solo dar respuesta correcta a los desafíos planteados por darwinismo sino y por sobre todo, obtener mejoras sustanciales en su productividad, crecimiento reputacional e, incluso, gestión de la Responsabilidad Social Laboral Corporativa, asuntos éstos muy cercanos al darwinismo empresarial.
No se trata de agradar a Darwin, se trata de sobrevivir y ubicarse en el top de la escala.
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