En su edición del día 11 de enero el diario español ABC informó al mundo del lanzamiento en Madrid de la campaña de Petro. Cita el diario la afirmación del candidato según la cual “seremos un gobierno de transición”, lo que de inmediato trajo a mi memoria la posesión de Chávez en 1999 en la cual juró su cargo “…sobre esta moribunda constitución”, para a continuación ordenar la convocatoria del referéndum que condujo a una Constituyente. Las consecuencias de ello, es decir, el resto de la trágica historia venezolana de un “cambio”, lo tenemos ante nuestros ojos.
Lo dramático no es la noticia sino el silencio nacional: de los medios de comunicación, los demás candidatos, los columnistas, pero sobre todo del candidato mismo. Lo natural sería que los medios entendieran dicha afirmación como un asunto particularmente prioritario, pues no hablamos de las propuestas estúpidas como sustituir los ingresos petroleros por la venta de aguacates, cuanto de explicarnos el verdadero alcance de su modelo social, económico y político, algo que muchos tenemos claro pero que debería ser explicitado de manera directa por el candidato, aquí en Colombia, para que la gente no se engañe en cuanto hace al alcance de un programa político de extrema izquierda enmascarado bajo la idea, escuetamente simplista de “un cambio”. ¿Transición hacia una dictadura como en Venezuela, Nicaragua, Cuba o Corea del Norte? Lo más seguro es que sí pues, en mi opinión, el candidato es el perfecto socio de Rusia, Cuba y Venezuela en Colombia.
Por transparencia y honestidad, Colombia tiene el derecho a ser informada en detalle de las intenciones reales de los candidatos: que no haya lo que en Derecho Civil llamamos “el vicio oculto de la cosa”, el error que vicia el consentimiento; que el consentimiento de los electores verse no sobre apariencias y eufemismos (democracia, por ejemplo, es uno de ellos pues para los seguidores de la extrema izquierda significa únicamente gobierno de izquierda). Para valerme de una institución arraigada en la salud diré que el consentimiento al momento de tomar la decisión de por quién y por qué programa votar debe ser “informado”, es decir, los candidatos nos deben poner de presente de manera suficientemente clara y transparente el alcance real de sus programas políticos, así como los efectos de una eventual decisión en favor de ellos: no resulta suficiente con prometer un “cambio” sin explicar en detalle el contenido y alcance del mismo-. Y en este asunto el papel de los medios de comunicación no puede ser el de contribuir a enmascarar, pues ello flaco favor le hace a la democracia, sino preguntar para obligar a develar. Por supuesto, pueden dichos medios seguir engolosinados con el asesinato de un estilista.
Estoy convencido que Petro es el camino directo a hacer de Colombia una Venezuela. La decisión está en nosotros. Ahora bien, si se trata de un gobierno de transición, como con toda seguridad lo será, entonces la primera víctima sería la actual Constitución Política, para dar paso a una nueva Carta con la que se asegurará su permanencia en el poder por el tiempo que le parezca. Vean los casos tan cercanos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Una vez en el poder, esto se nos llenará de los esbirros venezolanos de Maduro, que controlarán todos los aspectos de nuestras vidas. ¿Quién será el Diosdado Cabello de Petro?
PS: Si los oscuros esbirros de Maduro en Colombia le mandan encapuchados a un candidato como Fajardo, es porque le temen y le ven posibilidades de ganar la presidencia. Así es como hacen la política algunos. ¿Se imaginan si ellos llegan al poder lo que harán con todos nosotros? Tomemos decisiones acertadas para no quejarnos luego.
¿Quiere publicar su edicto en línea?
Contáctenos vía WhatsApp