Desde el ámbito del litigio, hemos reiterado incansablemente que, si se desea impulsar una justicia más rápida, precisa, eficiente y garantista, así como reducir los índices de impunidad, es fundamental incrementar la aplicación de la justicia restaurativa y de la justicia negocial. Ambas figuras han permanecido relegadas en nuestro sistema procesal, principalmente debido a la responsabilidad de la fiscalía y a la jurisprudencia, que continuamente imponen más obstáculos a estas formas de justicia.
En este contexto, recibimos con gran emoción la llegada de una fiscal que comprende tanto administrativa como jurídicamente la justicia y ha expresado que es necesario recurrir más a preacuerdos y principios de oportunidad, siempre respetando a las víctimas y promoviendo la justicia restaurativa. Esta postura es compartida también, por el doctor Diego Eugenio Corredor Beltrán, quien, desde la presidencia de la Sala Penal de la Honorable Corte Suprema de Justicia, también ha escuchado nuestras demandas.
De igual manera, la nueva ministra de justicia, académica y litigante versada ha experimentado los retrasos de nuestra justicia debido al aislamiento de la justicia negociada y la restaurativa. No se trata de ampliar la tipicidad o de transformar la dogmática en algo elástico y flexible como Elastigirl de Los Increíbles, sino de aplicar lo que siempre he denominado como "justicia de garrocha". Este concepto se refiere a un instrumento que, aunque es rígido, debe flexibilizarse lo suficiente para superar obstáculos y alcanzar la meta. La justicia de garrocha implica un equilibrio: ser lo suficientemente flexible para superar las barreras, pero sin romperse, para lograr el objetivo.
¿Y cuál es el objetivo? Menor impunidad, una justicia más rápida y eficaz, más económica procesalmente hablando y que respete las garantías del procesado, así como la reparación y restauración para la víctima. Esto es lo que debemos buscar y por lo que debemos abogar. La justicia restaurativa y la justicia negocial no solo son necesarias, sino que son urgentes para alcanzar un sistema judicial verdaderamente eficiente y justo.
En conclusión, debemos continuar abogando por la implementación de la justicia restaurativa y negocial. Estas formas de justicia no solo tienen el potencial de transformar nuestro sistema judicial, sino que también pueden contribuir a un sistema judicial más eficiente. La justicia de garrocha es la metáfora busca un equilibrio entre la rigidez y la flexibilidad, que nos permite superar los obstáculos y alcanzar las metas.
¿Quiere publicar su edicto en línea?
Contáctenos vía WhatsApp