En días pasados fuimos testigos del pliego de cargos que el Superintendente Delegado para la Protección de la Competencia, Germán Vaca, les imputó a las reconocidas empresas Productos Familia, Colombiana Kimberly Colpapel, Papeles Nacionales, Drypers y Papeles de Risaralda, tres de las cuales son reincidentes en estos temas de cartelización, toda vez que fueron imputadas en la reciente investigación conocida como el cartel de los pañales.
El mensaje es claro, y es que no habrá permisividad ni pasividad por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio frente a estas conductas amañadas e ilegales, y como consecuencia de tal posición, los empresarios que durante años han recurrido a esta ilegales prácticas, que atentan contra la libre competencia, han venido acogiéndose a beneficios derivados de la delación.
En efecto, tal como ocurrió en su momento, con el cartel de los pañales, son los directivos de alguna de las involucradas, las que con el único fin de evitarse la imposición de las multas o la disminución de las mismas, han optado por delatar a sus otroras “socios”.
Indigna mas saber que dicha cartelización data, aproximadamente, de 14 años atrás, más de una década abusando de cerca de 13,5 millones de hogares colombianos, mediante la manipulación del precio de un producto de aseo fundamental como es el papel higiénico.
El negocio de los papeles de aseo dentro de los que se encuentra el papel higiénico, supera el billón de pesos al año, de los cuales, es muy probable que cerca de 74% corresponda al papel higiénico, lo que se traduce en transacciones del orden de $740.000 millones de pesos al año, lo que en cifras gruesas, a precios de hoy y solo con el ánimo de dimesionar el volumen de ventas, en 14 años este solo producto ha generado, aproximadamente de 10,5 billones de pesos. Por lo anterior resulta inaceptable, reprochable y de la mayor gravedad, que empresas de la trayectoria de las imputadas recurran a este tipo de maniobras que atentan contra la libre competencia que debe regir el mercado, que se basa en la libertad de elección tanto para el consumidor como para el productor.
Existen familias que por sus condiciones sociales y económicas y dados los precios de este producto, deben renunciar a su uso y no obstante conocedores de dicha realidad, estas empresas nacionales y extranjeras se cartelizan de manera repugnante, acordando seguramente a costa de la calidad y pensando únicamente en su propio beneficio, repartirse el mercado, y aumentar los precios a su conveniencia.
De lo que se observa en la resolución de la Superintendencia, es que lo acordado era objeto de constante monitoreo y en la medida en que el tiempo pasaba y con el ánimo de evitar distorsiones del mercado, que afectaran el precio y por ende sus perversos ingresos, los principales cartelistas, Productos Familia y Colombiana Kimberly, fueron vinculando a los demás miembros del cartel.
Al estilo de los peores carteles de las drogas, los miembros que hacian parte del mismo, con el ánimo de mantener ocultas su identidades, empezaron a usar alias, tales como los feos, los pitufos, las rosas o el kiosko.
Sería importante que estas investigaciones se extendieran a otros países y a otros productos como las toallas higiénicas, para que por vía de sanciones económicas ejemplares dichas empresa se abstengan a futuro de realizar estas prácticas.
Así pues seguimos a la espera de dichas sanciones por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio, tanto para las empresas involucradas como para sus inescrupulosos directivos, quienes seguramente con el ánimo de cumplir sus perversas metas se olvidan de los usuarios y solo piensan en llenar los bolsillos de sus jefes, muchos de ellos ejecutivos de multinacionales “prestigiosas”.
Reitero mi petición de hace unos meses con ocasión del escándalo del cartel de los pañales, la vía es la cartelización de los consumidores en contra de estos productores, la cual debe tener como único objetivo el no consumir sus productos, solo así entenderán el poder de nosotros los consumidores.
Que sigan las investigaciones, los escándalos pero necesariamente las sanciones.
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