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OPINIÓN

Hablemos de las cajas de compensación familiar

28 de enero de 2020

Juanita González Andrade

Abogada - Álvarez, Liévano Laserna
Canal de noticias de Asuntos Legales

No me centraré en el debate de la semana pasada relacionado con la propuesta de Anif de terminar con estas instituciones; adicionalmente porque voces del gobierno se pronunciaron indicando que no se apoyaría tal propuesta.

La reflexión de la columna de hoy está encaminada a proponer una sana discusión sobre los retos que enfrentamos todos en el ámbito empresarial y laboral para sobrevivir en este mundo competitivo y globalizado y cómo repensar, desde esta perspectiva, el sistema de protección social y en él, a las cajas de compensación familiar, su potencialidad y la oportunidad de que sean el tornillo de Arquímedes de la formación y el bienestar de la población que de ellas se beneficia.

Como premisa, invito al lector a despojarse del prejuicio según el cual, las cajas de compensación familiar “se embolsillan” 4% de la nómina del país o que son un unas piscinas y toboganes en tierra caliente que, como me increpó un twittero, también “cobran caro”. Por el contrario, la invitación es a cuestionar cómo las aprovechamos desde la empresa y si nos animamos a participar activamente de los planes y beneficios que ofrecen.

Observar con apertura a las cajas de compensación es darnos cuenta que, desde el propósito de impulsar el bienestar a través de una prestación social, hoy son entidades que compiten entre ellas para brindar crédito de calidad, educación, salud, turismo, recreación y deporte; que, son operadores del Servicio Público de Empleo y gestionan la protección al cesante, entre otras actividades que realizan para afiliados y no afiliados.

Entonces, conviene ser propositivos y construir sobre lo construido para aprovechar su potencial y ello empieza desde los Consejos Directivos de las cajas. Los empleadores que tienen asiento en los Consejos Directivos ¿qué proponen? Qué necesidades tienen los empleadores del 2020 que puedan solucionarse desde las cajas de compensación familiar ¿tal vez formación? ¿mayores y mejores centros de capacitación? ¿mejor selección de personal? ¿mejorar la salud en el trabajo y reducir las tasas de ausentismo con su apoyo?
Los trabajadores, también tienen asiento en los Consejos Directivos. La pregunta es si realmente están siendo representados y qué desean de las Cajas de Compensación Familiar, más allá de la cuota monetaria.

En lo personal soy una convencida de que las cajas de compensación familiar tienen una enorme potencialidad si las repensamos como gestoras y reales intermediadoras del trabajo formal, por medio del Servicio Público del Empleo. Creo en ellas porque hoy brindan a miles de estudiantes becas crédito para que nuestros jóvenes se formen como tecnólogos, técnicos y profesionales en múltiples áreas distintas a las tradicionales. Considero que las subvaloramos y se juzga a priori su gran impacto que da alivio a la clase media, tan golpeada económicamente y que aun así aguanta los embates fiscales.

Si bien los datos nos describen las realidades y los economistas y analistas profesionales indican que, el subsidio vía cajas de compensación familiar constituye una distorsión y que beneficia solo a una minoría, insisto en mirar más allá de los fríos números para multiplicar las bondades que irradian las cajas de compensación familiar en aquellos lugares del territorio en donde aun nos falta mucho bienestar por construir, bienestar que puede aportar a la equidad, a una real construcción de paz y un trabajo digno y decente como lo queremos todos.

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