Muchos empresarios acusan una gran preocupación por la imposibilidad de llevar a cabo sus asambleas o juntas de socios. La preocupación inmediata se centra en el cumplimiento de obligaciones que implican la aprobación de balances de fin de ejercicio; como pago de impuestos, presentación de estados financieros a la Superintendencia de Sociedades, renovación de matrículas mercantiles, Registro Único de Proponentes, entre otras.
Estos asuntos se encuentran ya resueltos en nuestro ordenamiento jurídico y en los decretos expedidos en medio de la emergencia sanitaria. Las asambleas se pueden adelantar virtualmente, por medio de sistemas de comunicación simultanea o sucesiva. Esto es ratificado por el Decreto 398 de 2020, aclarando que se debe contar con el total de socios o accionistas presentes en la reunión que cumplan con el quórum necesario para deliberar y decidir válidamente conforme a la ley. El Decreto 434 del 19 de marzo de 2020 precisó que las asambleas podrán efectuarse hasta dentro del mes siguiente a la finalización de la emergencia sanitaria declarada en el territorio nacional y si no es convocada, la asamblea se reunirá por derecho propio el día hábil siguiente al mes siguiente a la finalización de la emergencia, a las 10:00 a.m., en el domicilio principal donde funcione la administración de la sociedad.
Así mismo, la Superintendencia de Sociedades mediante Circular Externa 100-00003 del 17 de marzo de 2020 amplió los plazos para presentación de estados financieros. El decreto 434 de 2020 extendió el periodo de renovación de matricula mercantil hasta el 3 de julio de 2020 y el de renovación del Registro Único de Proponentes hasta el 7 de julio de 2020.
Resueltas estas preocupaciones, llega el momento de revisar el mapa completo de nuestras empresas, a la luz de la nueva realidad mundial producto de la pandemia. Es aquí cuando cobran gran relevancia las decisiones que se tomaran al interior de las empresas.
Los planes de venta y presupuestos estimados a finales de 2019, se elaboraron bajo supuestos y escenarios económicos que no preveían esta situación. En los cálculos de nuestras empresas no se avizoraba detener la producción, cerrar locales comerciales, tener aeropuertos cerrados, trabajadores en cuarentena, entre otras circunstancias que demandan adoptar nuevas estrategias para solventarla, encontrar ventajas y oportunidades o, en las industrias más impactadas, planear para sobrevivir.
Bajo este panorama, nunca fue más importante la asesoría integral para nuestras empresas. Hoy esas asambleas deben aprobar nuevos presupuestos, informes de gestión en los que varíen sus proyecciones, nuevas estrategias comerciales, planes tributarios, financieros, de manejo de personal y de cambios en los sistemas de seguridad y salud en el trabajo.
Por eso, ante esta retadora situación, es clave contar con un aliado integral que tenga la capacidad de ver sus necesidades desde los diferentes frentes, que lo conozcan desde su génesis, y entienda su ADN, para que lo acompañe en la toma de decisiones legales, laborales, comerciales, o tributarias, así como en la estructuración financiera de sus negocios, en la negociación de sus créditos con entidades financieras y en la nueva modelación de sus negocios. Es momento de tomar las decisiones más acertadas para lograr la continuidad de su negocio.
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