Los abogados tenemos un sinnúmero de campos de acción. En todos los sectores se requiere el acompañamiento legal para la constitución de vehículos, la realización de actividades del giro ordinario de los negocios de las empresas, el cumplimiento de deberes, la celebración y ejecución de contratos, la resolución de controversias, la inversión en diferentes tipos de activos, el desarrollo de proyectos inmobiliarios, el giro de recursos desde o hacia el exterior, entre otros. Tanto el sector público como el privado requieren servicios o trabajos de profesionales del derecho con el fin de asegurar el cumplimiento de la ley, los reglamentos, estatutos y contratos.
Un pilar fundamental es que la vinculación puede ser el resultado de (i) una contratación laboral a abogados por parte de empleadores con necesidades legales, (ii) la consultoría legal que se formaliza en contratos de prestación de servicios celebrados entre los abogados y sus clientes, (iii) aportes a proyectos o actividades derivadas de acuerdos de colaboración empresarial, entre otros.
Por ello, una constante opción para el profesional del derecho es prestar sus servicios legales de forma independiente. Esa independencia puede tener varios matices y formas. Una de ellas es la creación de una compañía que ofrezca asesoría legal sobre una o varias ramas del derecho a diferentes clientes. Esto puede generar que el abogado tenga que gerenciar su empresa y realizar funciones necesarias que exceden el campo legal, lo cual implica la oportunidad de aprender y crecer en materias de distintas disciplinas. Una de ellas es el control y fijación de metas y estrategias que tengan como resultado la generación de ingresos de actividades ordinarias y, por tanto, el crecimiento, estabilización y retorno.
Los relatos sobre la consolidación del mercado por parte de un emprendimiento legal pueden ser de diferente tipo. En algunas oportunidades, una compañía de consultoría legal se estructura e inicia con algunos pocos clientes estratégicos que generan estabilidad económica. En esos casos, puede ser un riesgo que, como consecuencia de la situación del sector, las circunstancias que envuelvan el desarrollo de la asesoría, el riesgo país, o por factores internos o externos, esos clientes en un momento determinado dejen de requerir los servicios legales de la empresa. Por eso, será bueno diversificar con un mayor número de clientes de distintos sectores, de tal forma que se cuente con alternativas ante posibles cambios.
De otro lado, los emprendimientos pueden tener otras variables que proporcionen estabilidad financiera. La innovación, el mercadeo estratégico, la impecabilidad en la prestación de servicios, la responsabilidad en la ejecución del acompañamiento legal, la experiencia y trayectoria de sus abogados, la demanda de servicios en la respectiva rama del derecho que se practica, las conexiones, entre otros. Todo puede ser determinante e influyente en la sostenibilidad del emprendimiento. En todo caso, una sociedad de consultoría legal va a tener posibilidades considerando que, naturalmente, las necesidades legales son infinitas.
Todo depende de los intereses, del perfil y de las personas que conforman las empresas. Depende de la disponibilidad, constancia y aprendizaje. Lo cierto es que una empresa de servicios legales que logre consolidarse, crecer, cumplir sus objetivos y superar los primeros años de operación es motivo de admiración. Basta por empezar con un sueño, una idea o una necesidad. O todas las anteriores.
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