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OPINIÓN

Combustible sostenible de Aviación, del anhelo a la acción, de los campos a los cielos

24 de febrero de 2023

Olga Lucía Ramírez

Socia en DLA Piper Martínez Beltrán
Canal de noticias de Asuntos Legales

La sostenibilidad es un tema de la agenda global. A través de los gobiernos, las empresas privadas, las multilaterales y demás actores involucrados, han impulsado diversas iniciativas para combatir el cambio climático. La industria de la aviación no se queda atrás, teniendo como grandes protagonistas a los gobiernos, la OACI, la IATA, ALTA, CLAC y por supuesto al sector privado, siendo estos actores clave para reducir las emisiones de Co2 y mitigar los impactos de la industria en el medio ambiente. Se espera que el número anual de pasajeros crezca hasta en 6.9 billones para 2035, lo que significa que la acción para reducir las emisiones de carbono es esencial para garantizar el desarrollo sostenible de la industria.

La transición de combustibles fósiles a Combustibles Sostenibles de Aviación (SAF por sus siglas en inglés) es uno de los instrumentos para dichos efectos, que, si bien lleva varios años en desarrollo, ha tomado fuerza a nivel internacional y particularmente en Latinoamérica. La IATA define el SAF como un combustible líquido que reduce las emisiones de Co2 hasta en un 80%, y puede ser producido con distintas fuentes como residuos de aceites, grasas, basuras, entre otros.

También puede producirse sintéticamente, y es sostenible puesto que no requiere la utilización de cultivos de comida o de fuentes de agua, ni tampoco contribuye a la deforestación. Dicho combustible no requiere realizar modificaciones técnicas a las aeronaves para su uso, sumado al hecho de que ha sido experimentado técnicamente durante varios años, probando ser un combustible que cumple con los estándares internacionales en materia de seguridad.

De conformidad con cifras recientes reportadas por la OACI, en la actualidad 57 aeropuertos en el mundo distribuyen combustible SAF y, en aproximadamente 440,000 vuelos comerciales, se ha usado este tipo de combustible. Países como Estados Unidos, Reino Unido, Suecia, España, Portugal, Noruega, Nueva Zelanda, Holanda, Japón, Indonesia, Alemania, Francia, Finlandia, Dinamarca, China, Canadá y Brasil han desarrollado o se encuentran desarrollando políticas públicas sobre SAF.

En materia internacional, es importante resaltar el Plan de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA) aprobado por la Asamblea General de la OACI en 2016 y cuyo objetivo es limitar el aumento anual de emisiones de Co2 de la aviación civil internacional.

Para el caso de Latinoamérica, en el congreso de ALTA Aviation Law Americas 2022, realizado en Río de Janeiro, se presentaron detalles sobre la primera planta de SAF en la región. Esta planta estaría ubicada en Paraguay con una inversión de 1.1 billones de dólares, y para el 2025, tendría capacidad de producir alrededor de 20 mil barriles diarios. Otro anuncio relevante en el marco de dicho congreso fue a cargo de Latam Airlines, aerolínea que puso como meta para el 2030 usar el 5% de combustible SAF. La relevancia de Brasil en la materia, recae en que es responsable de alrededor de 50% del transporte aéreo en la región.

Este tipo de anuncios e iniciativas demuestran el interés del sector privado para contribuir con esta transición y, de esta manera, generar un impacto positivo frente al cambio climático desde el sector aeronáutico, y contribuir al cumplimiento de los objetivos y metas de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas (ODS). Así, el impulso en el SAF puede impactar directamente en el Objetivo 7: Energía asequible y no contaminante, en el Objetivo 13: Acción por el clima, e indirectamente, en gran parte de los 15 objetivos restantes.

Ahora bien, en Colombia se ha avanzado en materia legislativa a través de la Ley 2169 de 2021, por medio de la cual el Congreso de la República dio el mandato al Gobierno Nacional de impulsar el desarrollo y uso de los combustibles SAF con el fin de contribuir a la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero del sector transporte.

Así, la IATA ha sido enfática en señalar que los gobiernos deben ser socios activos de los privados para lograr la meta de la industria de cero emisiones de Co2 para 2050 y generar incentivos para la implementación de estos, pues las medidas de mitigación no pueden estar únicamente limitadas a la creación de nuevos impuestos.

Lo anterior sumado al hecho de que el combustible es normalmente considerado como el que tiene más peso en el costo operacional de las aerolíneas y en esa medida el SAF también puede ofrecer solución a problemas para bajar la exposición de las aerolíneas a la volatilidad en los precios del crudo. Estimaciones de dicho organismo han establecido que para el 2025 se espera la producción de 7.900 millones de litros de SAF representando un 2% del consumo total del combustible, y para el 2050 la producción de 449.000 millones de litros de SAF representando un 65% del consumo total.

Según un reporte reciente del Foro Económico Mundial, algunos de los retos que enfrenta la implementación del SAF en el mundo serían: i) reducir el costo elevado del combustible ii) mayores inversiones en investigación y desarrollo de tecnologías y producción del combustible iii) coordinación intersectorial para la producción, transporte, etc. del combustible iv) inversiones elevadas para la implementación del combustible.

Si bien actualmente en Colombia tenemos la Ley anteriormente señalada para impulsar el desarrollo y uso de los combustibles SAF, aún no contamos con un marco regulatorio que incentive el uso de este tipo de combustible, por lo que, enfrentamos un gran reto que deberá ser liderado por el Gobierno Nacional, para generar condiciones idóneas para la implementación de este tipo de infraestructura y tecnología en el país.

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