Cuando se habla de cultura organizacional y corporativa, se tiene que hablar del “tone at the top”. Este juego de palabras, muy definidas en estos tiempos, concentra la participación activa de la alta dirección en todas las organizaciones y que tiene como eje funcional el comportamiento, la integridad, los principios y valores para la promoción de la transparencia empresarial.
Se preguntará el lector sobre la relación de este concepto, con la primera sanción impuesta por la Superintendencia de Sociedades a un Oficial de Cumplimiento[1], hoy materia de debate y preocupación, pero sobre todo de enseñanza. Pues bien, varios puntos claves por analizar en este escrito comparativo, que enfatiza la importancia de alta dirección en los programas de cumplimiento de la ente sancionado y que se presentan a continuación.
En primer lugar, el supervisor (Superintendencia de Sociedades) hizo énfasis en que, si bien el Oficial de Cumplimiento debe tener la capacidad de gestionar los riesgos relacionados con la corrupción y el soborno transnacional (C/ST), aquel debe tener una comunicación directa con el máximo órgano social para efectos de cumplimiento de los programas. Así las cosas, se subraya que la alta dirección no solo tiene la potestad de delegar esta responsabilidad, sino que debe involucrarse y ser receptiva en la gestión de riesgos.
En segundo lugar, la resolución sancionatoria señala que el oficial de cumplimiento, en consonancia con el Capítulo XIII de la Circular Básica Jurídica, debe comprender el giro ordinario del negocio de la entidad obligada y tener conocimientos suficientes en la administración de riesgos. Aquí, la importante tarea que tiene la alta dirección de asegurarse que el encargado del programa, tenga la formación y conocimientos esenciales al interior de la empresa, siendo el máximo órgano de dirección, consciente de los riesgos a los cuales se enfrenta y cómo debe mitigarlos.
En tercer lugar y como uno de los puntos de discusión, la resolución confirma la obligación del Oficial de Cumplimiento para supervisar el programa, evaluar los riesgos y capacitar al personal. No obstante, le corresponde a la alta dirección, asegurar que el encargado cuente con los recursos y la autoridad[2] necesaria, para desarrollar de forma eficiente el programa de cumplimiento.
Adicionalmente, frente a la efectividad de la matriz de riesgos, dispone la resolución del supervisor que es un elemento estructural para evitar la materialización de los riesgos C/ST y que su evaluación exhaustiva debe consolidarse con el diseño del programa. Con esto, le corresponderá a la alta dirección asegurarse que la matriz de riesgos, se utilice activamente como parte de la implementación del programa.
Finalmente y como componente clave del tone at the top, la comunicación clara, asertiva y transparente de los valores éticos y esenciales de los programas de cumplimiento en los distintos niveles de una organización, de la mano con el Oficial de Cumplimiento, permite comprender los riesgos y las medidas de prevención.
De lo anteriormente expuesto se puede evidenciar, que los líderes de las organizaciones deben demostrar acciones, decisiones y compromiso con el cumplimiento y debe asegurarse, que el Oficial de Cumplimiento tenga la capacidad y el conocimiento para implementar el programa. Esta acción de liderazgo no puede ser genuina en el día a día de la organización, pues si contemplamos el contagio como un riesgo, este puede aceptarse por los trabajadores y colaboradores del supervisado como un impulso para el buen gobierno corporativo.
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