Las alocuciones presidenciales han servido históricamente como herramienta de comunicación de la agenda ejecutiva. Sin embargo, hasta este año no existía un mecanismo formal por medio del cual la oposición pudiera impugnar lo dicho por el presidente. Fue entonces Juanita Goebertus, como representante de los partidos que conforman la oposición, quien estrenó este derecho, y la manera en que lo hizo retumbó en un escenario en el que los argumentos escasean y la polarización abunda.
Sin duda, la réplica expuesta por la congresista resulta muy importante para una construcción positiva de la democratización de la comunicación. En un espacio de 12 minutos, la representante a la Cámara se dirigió una por una a las objeciones que presentó el presidente Iván Duque, dando sus razones por las cuales las considera improcedentes y explicando porqué constituyen un choque de trenes. En esto, sin necesidad de realizar un juicio de valor sobre el contenido de la réplica, se puede reconocer un fino entrelace de retórica y argumentación que resulta tan refrescante en un escenario político tan incendiario como el actual.
Actualmente, los vehículos y formatos de difusión de la información han creado una dicotomía en las necesidades que enfrenta la comunicación. Por un lado, la estrategia y el rigor son fundamentales en la creación de contenidos capaces de llegar a un público específico en un espacio y tiempo muy limitados. Mientras que por otro, los usuarios de redes sociales han impulsado un fenómeno de crítica ‘express’, que acude a la opinión como método argumentativo. En su defecto, este tipo de expresión suele tropezar con falacias y ataques que impiden construir un debate productivo.
Un ejemplo de esto se evidenció en dos videos que por estos días han causado revuelo en redes sociales. Una por su crítica a la marcha de Fecode, y la otra por rehusarse a recoger los deshechos de su perro, Isabella Wills y Valentina Salazar manifestaron opiniones que consternaron a muchos. Pero como toda interacción en redes sociales, el escándalo no solo fue producto de los videos, sino de los comentarios que estos generaron. Desde insultos y burlas hasta profundos análisis económicos y sociales, pasando por valoraciones éticas y cuestionamientos morales, Valentina e Isabella, sin quererlo, revelaron la realidad y el estado del debate en Colombia. Si bien no es razonable comparar dichos videos con la réplica expuesta por Juanita Goebertus, ambos reflejan el tipo de reacciones que destila la democracia del siglo XXI. Si no es la pasión visceral fruto de una opinión desmedida, es la preparación metódica de un diálogo constructivo, siendo esta última la que debería prevalecer.
Aun cuando hoy en día muchos consideran que el derecho ha dejado de ser ciencia para convertirse en un instrumento opresor y disociado de su función social, el estatuto de la oposición demuestra lo contrario. Si existe algún reparo acerca de la construcción en derecho, la oportunidad de réplica nos recuerda que aún hay lecciones por aprender y aplicar en el modelo de sociedad que queremos construir. En este caso, la ley nos anima a optar por un camino mesurado y propositivo que promueva el diálogo basado en una argumentación racional y genuina. Es este el verdadero valor de la democracia, crear herramientas que nos enseñen a construir sociedad, no solo desde un ámbito formal y político, sino también desde la comodidad de nuestros propios hogares.
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