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OPINIÓN

Incertidumbre en la transición energética

09 de noviembre de 2022

Tatiana Manby Ospina

Abogada Esguerra Asesores Jurídicos
Canal de noticias de Asuntos Legales

La transición energética iniciada en nuestro país, que aspira lograr una importante expansión de la generación eléctrica de Fuentes No Convencionales de Energía Renovables (“Fncer”), se ve actualmente amenazada por los altos costos de construcción y de financiación derivados de la coyuntura mundial, los cuales se han acentuado en el caso colombiano por cuenta de su situación fiscal, de sus relativamente erráticos anuncios en punto de producción de hidrocarburos y de la muy escasa información difundida sobre política energética, principalmente.

La principal dificultad que afecta hoy la financiación de proyectos de generación de Fncer, en particular los solares, es el aumento de los costos de construcción, por cuenta de la devaluación y la inflación internas, sumado a los mayores costos de financiación y a las anotadas restricciones en la producción y el comercio de equipos y materiales críticos para el desarrollo de los proyectos. La situación que vive ahora Europa, para romper su dependencia del suministro de gas de Rusia, no ha sido ajena a esta situación.

Así, quienes salieron favorecidos en las más recientes subastas para la contratación de largo plazo de energía eléctrica derivada de proyectos de generación con Fncer, están ad-portas de tener que honrar los compromisos que adquirieron en el sentido de finalizar la construcción y poner en operación sus proyectos. Sin embargo, aún deben sortear la anotada dificultad evidenciada en los significativos cambios que se han dado, desde que se cerraron esas subastas y hasta estos días, en el escenario político y económico mundial y nacional.

Por lo pronto, las tarifas no compensan adecuadamente todos esos mayores costos, y la acreditación de ingresos para esos proyectos tampoco parece tarea fácil en vista de que, en no pocos casos, los compradores de energía en la segunda subasta no honraron los compromisos que adquirieron y no suscribieron los correspondientes contratos.

A esta situación hay que adicionarle la presión que existe para disminuir las tarifas de energía a los usuarios finales, incluso con un intento anunciado del Gobierno Nacional de desconocer la autonomía y las funciones del regulador.

Si bien el sistema financiero colombiano ya tenía algunas reservas respecto de la financiación de proyectos de generación de Fncer, sus análisis de riesgo seguramente serán cada vez más rigurosos y posiblemente se traducirán en exigencias de garantías más líquidas y en penalidades más altas, condiciones que son del todo ajenas a las empresas extranjeras que resultaron adjudicatarias en la subasta, y que harán más lento y tortuoso el camino para alcanzar los cierres financieros.

Por el lado de los contratos bilaterales de largo plazo para la compra de energía la situación no es más alentadora, dado que no pocos de ellos fueron suscritos por parte de los compradores con salvedades, y otros ni siquiera fueron suscritos, lo cual plantea dificultades adicionales para que los inversionistas y desarrolladores de los proyectos puedan acreditar los ingresos que habrán de obtener para pagar sus deudas con el sector financiero.

Lo anterior enciende alarmas sobre en qué medida se lograrán cumplir los objetivos de la segunda y la tercera subasta, que eran, precisamente, aumentar la capacidad instalada de proyectos de generación de energía provenientes de Fncer en el país.

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