Las razones por las cuales para Evo Morales se hizo fácil permanecer en el poder podrán sintetizarse de la siguiente manera: en primer lugar, es una figura consagrada en la lucha contra la explotación y expoliación, no sólo de los pueblos indígenas, sino de toda Bolivia. El país ha avanzado de manera innegable, aprovechando la bonanza en los precios internacionales de los commodities que exporta. Las exportaciones de hidrocarburos han mantenido una tendencia alcista desde que comenzó el presente siglo, siendo el periodo de la crisis internacional (2009) la única excepción al prolongado crecimiento en este rubro.
Indicar, por ejemplo, que para 2001 Bolivia vendía al exterior alrededor de US$1.226 millones, mientras que para 2014 se expresa, por parte del viceministro Fernando Baudoin (comercio interno y exportaciones), que las ventas bolivianas al exterior superarán los US$12.000 millones, es una muestra fehaciente de los avances obtenidos. Otro tema que presenta gran impacto para la imagen internacional del país es el de las reservas internacionales. Además de sobresalir, redunda positivamente en su posición internacional. Pasar de un promedio de US$1.000 millones a comienzos de la primera década del siglo a más de US$14.000 millones en 2012 es, definitivamente, un avance de magnitud importante. La economía juega en su favor.
En segundo término, el presidente boliviano es un individuo carismático de muy alta aceptación en la población de menores recursos que es, a fin de cuentas, la que decide en las urnas. Hay identificación entre el ciudadano común y el actual mandatario. Existe una química profunda que permite al pueblo sentirse protegido por un líder de su misma naturaleza. Esta misma población está sintiendo los efectos de un mayor dinamismo económico e industrial al percibido ocho años atrás. Existe evidencia clara de un auge en la construcción y en todo lo relacionado con planes de urbanismo. Por supuesto, hay que mirar el proceso siempre conservando las proporciones entre lo que Morales encontró a su llegada y lo que hoy existe. No se trata de comparar a Bolivia con otras naciones de la región, sino de examinarla profundamente en su interior.
En tercer lugar, y muy importante, está la manera como el Presidente se comunica con su pueblo. Es paciente y bastante meticuloso para explicar a los suyos los temas más complejos de la macroeconomía. Se ha ocupado en hacerse entender por su gente. Muchas son las intervenciones y alocuciones en las que actúa desde la docencia para hacer llegar a todos los rincones de Bolivia su manera de entender la política.
Evo Morales se afianza en el poder porque, siendo un personaje adscrito a La retórica surgida con Hugo Chávez en 1999, ha sabido administrar al país desde una izquierda mucho más pragmática, más orientada a satisfacer al que lo necesita que a pregonar una justicia social que, en no pocos casos en América Latina, termina convertida en demagogia.
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