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OPINIÓN

En defensa de un ‘mal polvo’

29 de noviembre de 2014

Abelardo De La Espriella

Abogado, empresario y escritor

Canal de noticias de Asuntos Legales

Afortunadamente, no se trató de la típica tragedia colombiana, producto del maltrato o la agresión: los golpes, tiros y puñaladas fueron reemplazados por frases cargadas de veneno pasional y visceral: “mal polvo”, “picha corta” y “putero”, son algunos de los insultos que quedaron grabados, como tinta indeleble, en el capot de aquel Mercedes Benz blanco, y por supuesto, en la memoria del pueblo colombiano.

Antes de continuar con mi alegato de defensa -y en razón de la claridad que debe tener un tema de tanta complejidad- quiero contarles a mis queridos lectores cachacos, qué demonios es una picha. Se trata, pues, del órgano copulador masculino o pene que llaman, en el interior, ala.

Dicho lo anterior, es menester señalar que la novia ofendida ha puesto la cara y ha reconocido públicamente la autoría de los hechos, actitud que devela dos aspectos importantes: por una parte, la honestidad en la aceptación explícita del “cacho” (hace unos años algo así era impensable), y, por otra, la valentía de nuestras mujeres, que, a falta de legislación al respecto y en pleno paro judicial, han decidido tomar la justicia en sus manos.

El “macho cabrío” de nuestra historia tiene varias circunstancias de atenuación punitiva a su favor, desde el punto de vista estrictamente jurídico:

1. Es casi imposible ser fiel en Barranquilla: la belleza, gracia, simpatía, donaire y sabor de la mujer currambera son una tentación que solo pocos hemos podido resistir, gracias a cierto grado de santidad. Parodiando a Leandro: cuando una barranquillera camina, hasta sonríe la sabana.

2. La bacanería, buena vibra y sensualidad que se respira en el ambiente Barranquillero son el hilo conductor hacia la fiesta y placeres de la carne… Y donde hay rumba, trago, damas hermosas y jolgorio, suele haber desorden y bacanal.

3. El Carnaval de Barranquilla inicia en febrero, pero los precarnavales son el resto del año (11 meses). En ese ambiente carnestoléndico perpetuo, el amor se sublima; la pasión se potencia; el ánimo se exacerba, y las ganas se revientan.

4. No hay un vínculo sagrado entre el autor y la víctima. En otras palabras, no hay matrimonio ni hijos. Se trata de un noviazgo, que no es otra cosa que un experimento humano, que busca aproximarse al ideal del amor, y, como toda prueba, es susceptible de fracasar o acertar.

Es evidente que hay una responsabilidad, pero dicha responsabilidad se minimiza con ocasión de las circunstancias anteriormente planteadas. Mi consejo, querido amigo travieso: acepte los cargos de infidelidad, olvide ese cuento que nos echaron desde pequeños: “Negadlo, siempre negadlo”. En cuestiones del amor, a veces es mejor una sentencia anticipada.

Lo que jamás podrá usted reconocer, apreciado terrorista de las sábanas, es que es “mal polvo”, eso sí que no. No puede ser mal amante quien despierta en su pareja aquellos bajos instintos que llevan al delirio de ingresar en un parqueadero privado, para rayar un carro con la fuerza pasional de un volcán en erupción.

Es más: se me ocurre algo: como son tiempos de paz, venda usted ese carro y corra a los brazos de su amada; de seguro ella estará feliz de no perderlo. Olviden los inconvenientes y ámense sin límites, mientras llega el Carnaval. 

La ñapa I: Rating de novela exitosa para las FARC, con el secuestro del general Alzate. 

La ñapa II: ¡Qué maravilla! Se hundió el bodrio de reforma que buscaba la reelección de alcaldes y gobernadores.

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