Al mirar con detenimiento el ciclismo como uno de los deportes en los que más resultados analíticos adversos se presentan frente al fútbol que prácticamente no tiene deportistas sancionados por esta conducta se pueden hacer dos comparaciones, la primera sería que el fútbol es un deporte libre de dopaje, afirmación que a mi modo de ver no es real, la que me parece más acertada es que en el fútbol el control al dopaje no es importante para sus dirigentes y poco se hace, pocos son los resultados analíticos adversos porque pocos son los fútbolistas controlados en muy pocos partidos.
Nayro Quintana al ser líder durante cinco días en el Giro de Italia deberá someterse cada uno de estos días al control al dopaje, Mariana Pajón o Yuri Alvear por ser medallistas olímpicas también son sometidas al examen de dopaje al momento de ganar la medalla, es decir que un buen año de Nayro implicarán unas cuarenta entregas de muestras para ser analizadas, uno muy malo para el fútbolista que más competencias pueda ganar al año arrojaría como máximo dos controles al dopaje.
Una competencia nacional de levantamiento de pesas tiene al menos 20 controles al dopaje, uno por cada medalla de oro, adicional a estos controles, en deportes como la natación, el ciclismo y el atletismo se realizan innumerables controles fuera de competencia, en conclusión, la probabilidad de hacer un exámen de control al dopaje en cualquier deportista es muchísimo mayor a la de un fútbolista, por número total de deportistas y por la frecuencia de los exámenes.
En Colombia se efectúan controles al dopaje en el fútbol profesional de manera aleatoria tanto en partidos como en jugadores, es decir que de diez partidos en la fec ha con más o menos 300 inscritos, se sortean los partidos para que en dos se llamen a cuatro jugadores para entregar muestras de orina, la probabilidad de ser sujeto de un control al dopaje para un fútbolista profesional en Colombia es de menos de 3%. En cifras absolutas el deporte que más realiza controles es el fútbol pero de manera porcentual los controles son muy superiores en el resto de deportes.
La propia Fifa admitió que para los 820 partidos realizados en las eliminatorias del pasado mundial se hicieron controles al dopaje en 114 partidos y se tomaron 456 muestras, es decir, se analizó a un poco más del 1% de los jugadores, esta cifra comparada con los controles realizados por el ciclismo son ridículas o simplemente alarmantes.
Adicional a lo anterior, los controles fuera de competencia son prácticamente inexistentes, lo que permitiría a un jugador consumir sustancias prohibidas durante la semana que mejoran la calidad del entrenamiento y por lo tanto el rendimiento durante el partido o acelerar de manera dramática la recuperación de una lesión, estas sustancias son eliminadas por el organismo y en el remoto evento de resultar un fútbolista “favorecido” con un sorteo para acudir a entregar muestra después del partido, no marcaría nunca como positivo pues, repetimos, el cuerpo ha eliminado cualquier rastro de dopaje.
En Brasil para la época del mundial no había un laboratorio acreditado por la agencia mundial al dopaje, lo que hacía mucho más costoso el desarrollo de control al dopaje y por lo tanto, pocos controles se realizaron; adicionalmente a lo anterior y a diferencia de la mayoría de los deportes, quienes ganaron medallas no fueron sometidos una vez terminada la competición al control que cualquier otro deportista ganador de medalla en campeonato mundial se debe someter.
La principal restricción a efectuar más exámenes a un mayor número de fútbolistas y de partidos, con mayor frecuencia y fuera de competencia son los costos, situación que no se compadece con los ingresos que este deporte obtiene y le darían mayor transparencia tan ausente en este hermoso deporte.
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