El pasado viernes me levanté con la noticia de que a Henry Rojas se le terminó el contrato de trabajo y su club empleador, Millonarios decidió no renovarlo y por lo tanto permitir que este jugador, el autor de un golazo en los últimos momentos de la final contra nuestros terribles rivales de ciudad y nos permitió subir una estrella más al escudo azul, podrá buscar oportunidades en cualquier otro club sin que Millonarios reciba suma alguna.
Algunos energúmenos dirán que es un mercenario, que salir del club que, según ellos, le ha dado todo es una afrenta al escudo, los colores y la ciudad. Otros simplemente agradecerán su aporte y el recuerdo de semejante golazo, los demás ni se enterarán. Son pocos los jugadores que durante toda su carrera solo han jugado para un club, me vienen a la memoria Giggs y Scholes en el Manchester United y Maldini en AC Milan el resto, como trabajadores altísimamente cualificados que son tienden a buscar nuevos empleadores que seguramente mejorarán sus salarios. La terminación de un contrato de trabajo, en el fútbol profesional es una decisión que tiene varios aspectos, deportivos, económicos y jurídicos.
Como la característica principal de los contratos de jugadores profesionales de fútbol es su limitación en el tiempo, es decir, para la legislación colombiana serán a término fijo; en algún momento deberán terminar; ahora bien, la terminación por este hecho nunca debe tomar desprevenido al club empleador. Algunos jugadores, las grandes estrellas, renuevan su contrato año a año, aumentando el salario, la cláusula de rescisión y por supuesto la fecha de terminación. Por otra parte, hay muchos jugadores promedio cuyo proceso de renovación no implica una labor tan anticipada y sobre todo tan costosa. Sin embargo, es claro que en algún momento jugador y club deben sentarse a negociar, si es intención del club continuar con el jugador, lo que resulta absurdo es que faltando ocho o quince días para su terminación el club se dé cuenta. Por el tiempo de la decisión de millonarios y Rojas parece que lo ocurrido es el fruto de una decisión pensada.
En Uruguay existían las prórrogas unilaterales en favor del club empleador, lo que hacía que un jugador que firmase un contrato a los 17 años tuviera que estar amarrado a su club hasta los 27 años pues el club renovaba permanentemente el contrato, sin posibilidad de negociar por parte del jugador y sin aumento significativo de salario. Esto terminó hace ya bastante tiempo con una sentencia del Tribunal Arbitral del Deporte (Rodríguez y Bueno Vs Peñarol) que indicó que esta figura estaba en contra de la Noción Suiza del Derecho y por lo tanto prohibían su utilización, Fifa acató esta sentencia y si bien no lo indica en sus reglamentos, quedó en desuso esta práctica
Los dirigentes quisieran tener la varita mágica para renovar los contratos, esta no existe, se requiere buen pulso, buena negociación y por supuesto dinero; sin embargo, existen formas legales que le permiten a un club renovar el contrato de manera unilateral y que Fifa después de la mencionada sentencia avala. Se trata de prórrogas pactadas al inicio del contrato, por una sola vez y que implican para el jugador un aumento significativo de su salario más un ingreso adicional por el mero hecho de la utilización de la prórroga. Son cláusulas o anexos del contrato, novedosas que le permiten al club manejar sus jugadores siempre a cambio de dinero para estos y como no, respetando su derecho al trabajo.
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