Generalmente, las soluciones a problemas repetidos son creativas y muchas veces son espontáneas; frente a conductas indeseadas en las tribunas se han intentado muchas soluciones con poco éxito. El sábado hace ocho días en un partido resuelto, Bayer Munich 6- Hoffenheim 0, se presentó un hecho lamentable con un desenlace interesante.
El partido estaba decidido, faltaban poco más de 15 minutos y los desadaptados de la tribuna, seguidores del Bayer resolvieron sacar una pancarta insultando al dueño del Hoffenheim que está intentando acortar distancias con los equipos tradicionales como muchas personas de dinero pueden hacer, gastando. Ya hablamos de este tema y nada tiene que ver con lo ocurrió en el estadio del Bayer.
Los jugadores y dirigentes del Bayer defendieron al presidente del equipo rival e intentaron convencer a los energúmenos de retirar la pancarta; el partido se suspendió y luego de un tiempo de conversación entre los jugadores y dirigentes de ambos equipos resolvieron jugar los últimos minutos del partido haciendo pases inofensivos entre los 22 jugadores.
Dos temas ingresantes; el primero es la propiedad de los clubes en esa liga; como regla general, en Alemania, no existe un gran dueño como el caso inglés o francés, por el contrario, se busca que los equipos sean democráticos, al menos en su mayoría, por lo tanto, 50% más un voto tienen que estar en cabeza de los hinchas individualmente considerados.
Existen algunas excepciones a esta regla básicamente para aquellas personas o entidades que durante mucho tiempo han invertido en el club, caso en el cual se puede saltar la norma. El señor Dietmar Hopp, empresario de tecnología desde hace algún tiempo tiene una participación en el club de su ciudad, el Hoffenheim, mayor a 50% y está intentando cambiar la norma para hacerse con la totalidad del club.
Esta situación tiene molestos al resto de los hinchas que lo insultan en cada partido donde juega su equipo y en algunos casos despliegan pancartas ofensivas y con serias amenazas. El sistema funciona y hasta ahora las grandes cantidades de dinero invertidas por este señor en nada ha cambiado la jerarquía de los clubes; para la muestra el resultado del partido.
Y viene el segundo caso; ¿cuál es el límite de los aficionados que, por el mero hecho de pagar una boleta, se sienten con derecho a insultar y amenazar? No hablemos en Sudamérica donde se sienten dueños del espectáculo y hasta peleas con cuchillo se ven en las tribunas. En Europa se maneja un principio de cero tolerancias contra el racismo y los insultos; un partido reciente del Rayo Vallecano fue suspendido por una pancarta con un insulto político a un jugador del equipo contrario, en otros lugares se han impuesto multas importantes a los equipos por cánticos rasitas. En el partido en cuestión, los jugadores y los dirigentes de ambos equipos intentaron hacer entrar en razón a estos energúmenos, se suspendió temporalmente el partido y al final como se logró retirar la pancarta los 22 jugadores resolvieron terminar el partido de la manera indicada. Es posible que los dirigentes del Bayer no estén de acuerdo con lo que propone Hopp, pero esto no es motivo para tolerar los insultos desplegados en las pancartas.
Como siempre, el fútbol saca lo mejor en estos momentos, y lo que no logró la policía o la logística lo lograron los jugadores que, de manera absolutamente solidaria, a pesar de un marcador abultado (6-0) resolvieron no dejar pasar la oportunidad y señalar que esas conductas no se admiten, al menos en campos alemanes.
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