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OPINIÓN

Juegos Olímpicos y política

08 de julio de 2024

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

Decir que los Juegos Olímpicos son una manifestación deportiva alejada de la política es ilusorio. Estados, equipos o deportistas individualmente considerados han utilizado los juegos, la ciudad sede o alguna competencia para manifestar sus opiniones.

Para nadie es un secreto que organizar unos juegos representa para la ciudad sede y el país un impulso enorme y una vitrina importante. No importa que al poco tiempo las instalaciones estén olvidadas y en ruina, como en Atenas o Pekín. Construcciones monumentales como el nido del pájaro mostraron al mundo el poder de la nueva potencia se mueren lentamente y ya no son ni atracción turística. Salvo Los Ángeles 84, Barcelona 92 y los mas cercanos en Londres, el resto de los juegos han resultado ser catástrofes financieras para las ciudades organizadoras.

La presencia, o mejor, la ausencia en los juegos por motivos políticos también ha sido frecuente y varios países en protesta por alguna situación deciden no participar. Muy olvidados están los juegos de Melbourne en 1954 cuando varios países por diferentes motivos decidieron no acudir. Luego, ya de manera colectiva, en Montreal 1976, más de veinte países en su mayoría africanos decidieron boicotear los juegos en protesta por temas raciales. Luego vinieron ausencias mucho más dolorosas desde el punto de vista deportivo en Moscú y Los Ángeles países con gran nivel como USA y URSS decidieron no participar. Era la guerra fría en su mayor expresión y, como no, los Juegos Olímpicos no se escaparon a tal realidad. En Barcelona 1992 luego de la desintegración de la Unión Soviética se presentó el Equipo Unificado de la Comunidad de Estados Independientes. Al ganar medalla de oro algún deportista de este equipo se oía la oda a la alegría de Beethoven pues para ese momento no había himno. Para los próximos juegos Rusia y Bielorrusa estarán ausentes, nuevamente por asuntos políticos que nada tienen que ver con sus deportistas.

Doloroso y no menos político fue el ataque del grupo Septiembre Negro a la sede de los juegos olímpicos de Múnich donde mataron 11 miembros del equipo olímpico de Israel,

Muchos países utilizaron los Olímpicos como vitrina para promocionar sus regímenes. Equipos completos como el de las nadadoras y atletas de la República Democrática Alemana con métodos sofisticados de dopaje y récords de más de 40 años de duración o deportistas formidables como los cubanos

Alberto Juantorena y Teófilo Stévenson o la rumana Nadia Comaneci sirvieron para indicar las bondades de los países que representaban. Escándalos como la final de baloncesto masculino entre URSS y Estados Unidos de 1972 donde decisiones bastantes dudosas de los árbitros que repitieron dos veces la última jugada le dio la medalla de oro a los soviéticos y los americanos en protesta no recibieron sus medallas. Otra página de la guerra fría en el deporte.

Individualmente algunos atletas han tenido el valor de denunciar asuntos políticos. En los juegos de 1968 en México DF los corredores negros Jhon Carlos y Tommie Smith en el podio de los doscientos metros planos recibieron las medallas descalzos, con la cabeza baja y cada uno con un guante negro como protesta por la desigualdad racial existente en Estados Unidos. Esta protesta les costó ser expulsados de los juegos y del equipo olímpico de atletismo. Apenas 48 años se demoró el comité olímpico de los Estados Unidos en pedir disculpas por el maltrato sufrido por estos deportistas.

Seguramente los próximos juegos tendrán asuntos como los comentados acá, espero que sin violencia.

*Andrés Charria, Fundador de Tres Puntos Consultores.

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