Desde hace unos cinco años FIFA ha indicado permanentemente que las deudas contraídas por los clubes, con otros clubes y especialmente con jugadores, deben ser atendidas de manera puntual de acuerdo con lo pactado bien sea en contratos de trabajo o convenios deportivos. El principio de pacta sunt servanda dice FIFA es cardinal para el buen desarrollo de las relaciones entre los diferentes integrantes de fútbol
Es evidente que la pandemia, que nos tiene encerrados desde hace más de diez meses, ha hecho que los ingresos de los clubes en muchos casos se hayan disminuido hasta prácticamente cero. No hay estadios, poca actividad comercial, los ingresos por televisión se han disminuidos y las transferencias, en Latinoamérica también se han estancado, resulta difícil para un club cumplir con sus obligaciones.
Antes que nada, o mejor, primero que todo, los salarios de los jugadores son sagrados; si se suspendió el contrato de trabajo pues la legislación del país lo permite, seguramente se suspendió el pago del salario; pero una vez iniciada la competición y con los jugadores trabajando normalmente, el salario se debe pagar, sin importar la malísima situación económica actual. La jurisprudencia sostenida de la Cámara de Resolución de Disputas de FIFA y del Tribunal Arbitral del Deporte al respecto es clara, no es excusa para un club para incumplir con las obligaciones legalmente contraídas la mala situación económica del club.
Esta situación, desconocida e inesperada ha resaltado la falta de gestión de los clubes profesionales en prácticamente cualquier sitio donde se juega fútbol profesional; clubes presionando con malas maneras a sus futbolistas para que acepten recibir menos de la mitad del salario a pesar de que los jugadores realizan la misma actividad y asumen, adicional a los riesgos de jugar futbol de alto rendimiento, aquellos inherentes a la pandemia. Es posible que algunos jugadores acepten esta reducción, pero no es obligación hacerlo y mal puede el club presionar con acciones que rozan con el acoso laboral.
Adicional a lo anterior, en algunos sitios, como España, se prohibió de un plumazo la publicidad de las casas de apuestas en eventos deportivos, estadios e indumentaria de equipos de fútbol tema que hará todavía mas compleja la situación de muchos clubes.
Muchísima literatura ha venido indicando que el fútbol está en una burbuja y que de un momento a otro explotará. Hasta el momento este deporte ha sido inmune a prácticamente cualquier crisis económica. No creo que esta vez vaya a ser similar; muchos equipos tendrán problemas y no se hasta que punto los prácticamente infinitos derechos de televisión podrán cubrir las manos generosas y muchas veces derrochadoras de dirigentes que nunca vieron o se imaginaron una situación como actual.
Es el momento de sensatez y prudencia, no es posible sostener nóminas impagables con esperanza de ganar un torneo o hacer una transferencia milagrosa que permita cubrir estas obligaciones y continuar en esa espiral infinita de esperanzas cada vez más difíciles de cumplir. Clubes como el Leeds o la Fiorentina debieron empezar desde cero una vez que por malos manejos les resultó imposible cumplir con sus deudas. El reto de cualquier dirigente es organizar clubes en momentos de crisis, construir una nómina sensata de jugadores e intentar con mucho trabajo sobreponerse a los malos momentos económicos.
En conclusión, es importante tener claro que los contratos firmados válidamente son ley para las partes.
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