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OPINIÓN

Tensiones del libre comercio. No hemos hecho la tarea

05 de marzo de 2018

Gabriel Ibarra Pardo

Socio de Ibarra Rimon
Canal de noticias de Asuntos Legales

La caída del muro de Berlín es uno de los hitos que marca el comienzo de la era de la globalización. Se señala también la imprenta de Gutenberg como la primera manifestación auténtica de ese fenómeno, toda vez que fue a partir de ese momento que comenzaron a circular y a transmitirse las ideas. La brújula y el astrolabio que hicieron posible a los navegantes apartarse de las costas y el ferrocarril que por primera vez le permitió al hombre recorrer más de 40 Kilómetros en un día son a su vez desarrollos que se consideran determinantes de este proceso.

La globalización ha hecho del hombre un ser ubicuo, ha transformado lo vernáculo en universal y, ha atomizado las barreras tradicionales al flujo de bienes, servicios y capitales.

Pero este proceso avasallador no sólo tiene ventajas, sino que también trae consigo graves amenazas y contradicciones. De ahí que la libertad de comercio puede erigirse en motor de crecimiento y desarrollo económico, pero también puede dejar comunidades enteras rezagadas y producir otros efectos secundarios adversos cuando los países carecen de herramientas tecnológicas, personal calificado o verdaderas ventajas comparativas. En este contexto resulta necesario revaluar el paradigma de que el libre comercio genera per se desarrollo económico. Como bien lo señala Dani Rodrik, “la libertad de comercio afecta con frecuencia a la misma gente todo el tiempo una y otra vez, en especial a personas no calificadas que carecen de formación y para quienes el comercio internacional es una mala noticia y lo seguirá siendo a lo largo de toda su vida”.

Así, por más dosis de librecambismo que tengamos, si no contamos con políticas de Estado dirigidas a aprovechar las oportunidades que pueden derivarse de la liberación comercial, pueden generarse costos sociales inconmensurables.

Un informe elaborado por la Oxfam - “Rigged Rules and Double Standards: Trade, Globalization, and the Fight Against Poverty”, resalta el crédito que merecen quienes cuestionan el proceso de globalización porque han logrado colocar el tema de la justicia social sobre la mesa y forzar que los costos de este fenómeno hagan parte de la agenda política de los gobiernos.

Se supone que el modelo de libre comercio incrementa per se el bienestar social y mejora la calidad de vida de los ciudadanos, pero parece que no estamos haciendo la tarea y precisamente la crisis del multilateralismo, y las tensiones que recientemente han surgido, en los mismos Estados Unidos con la política de Donald Trump (quien acaba de anunciar una nueva tarifa de 25% para las importaciones de acero y aluminio) parecen estarlo demostrando.

Es una vergüenza para la especie humana que en pleno siglo XXI no hayamos sido aún capaces de erradicar algo que ha debido desaparecer hace mucho tiempo ya de la faz de la tierra: los niveles de pobreza absoluta. Un indicador muy importante que nos deja muy mal parados es el índice de concentración de la riqueza en donde claramente la humanidad se raja.

El “Global Wealth Report” de 2017, elaborado por el Credit Suisse Research Institute, constató que la concentración de la riqueza en manos de muy pocos se ha incrementado después de la crisis financiera de 2008. En sus palabras, si bien “es difícil predecir la trayectoria futura con algún grado de confianza”, “lo cierto es que en los últimos años la desigualdad de la riqueza ha tendido hacia arriba”.
Por consiguiente, el reto es diseñar políticas que permitan conciliar esos efectos secundarios adversos de la apertura comercial con sus beneficios, entre otras razones porque, de lo contrario, las amenazas al sistema del libre comercio y las tendencias proteccionistas cada vez serán mayores.

El Director General de la OMC ha sostenido que la salida consiste en aplicar soluciones horizontales al desempleo que incluyan o acojan una educación y entrenamiento de calidad, así como programas sociales que ayuden a los trabajadores a competir por sí mismos, a través de la familiarización con el uso de nuevas tecnologías.

Colombia ha firmado 16 acuerdos de libre comercio y, en esa medida, el reto que se avecina es bastante grande. Importante analizar qué tienen que ofrecernos en este sentido las campañas que se avecinan.

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