En momentos de crisis e incertidumbre se buscan respuestas a una serie de interrogantes desde diversas disciplinas. Los economistas buscan medidas para apaciguar la crisis económica que se avecina mientras los médicos buscan una estrategia para mitigar el impacto de la pandemia. Los abogados no somos la excepción.
Esta coyuntura lleva a las empresas a tomar decisiones difíciles para sobrevivir. Los contratos que alguna vez pactaron de buena fe se ven difíciles de cumplir y la situación con los empleados arroja dilemas éticos serios.
Es en estos momentos cuando debemos buscar los principios que rigen nuestras disciplinas para tratar de ayudar desde nuestros frentes en medio de la crisis. Esos principios que muchas veces tenemos olvidados en el día a día son los que pueden ayudarnos a tomar decisiones responsables, éticas y eficaces.
Una pregunta recurrente es qué hacer con los contratos comerciales con obligaciones en curso y que debido a la crisis pueden ser imposibles de cumplir. Esta situación puede llevar a una cadena de incumplimientos y complicaciones para todos los intervinientes en el mercado. Si el arrendatario no le paga al arrendador este no tendrá recursos para pagarle a sus proveedores y así sucesivamente.
La respuesta no es única ni sencilla. Necesitamos volver a los principios que deben regir las interacciones comerciales.
El sentido común y los principios básicos nos dictan una búsqueda del equilibrio. Debe haber una serie de concesiones mutuas que mitiguen las pérdidas generales.
Una opción en estos momentos de incertidumbre es la figura del equilibrio contractual. Esta permite revisar los contratos en marcha para ajustarlos a las circunstancias sobrevinientes. Bajo esta figura, las partes pueden modificar sus obligaciones en caso de que para una de ellas sean excesivamente onerosas bajo las actuales circunstancias. En caso de que no se ajuste el contrato este se puede terminar por la parte perjudicada.
Todo esto está escrito en las normas, estudiado en la doctrina y desarrollado en la jurisprudencia. Sin embargo, la eficacia de esta figura en la práctica únicamente se garantiza si hay sentido común y buena fe de las partes.
Lo que debe buscar la sociedad en estos momentos es un sentido de solidaridad y buena fe en todas sus actuaciones. No es el momento de posiciones inmodificables ni de decisiones unilaterales.
La humanidad está enfrentando enormes desafíos que claramente se replican en los negocios. Los empresarios y asesores debemos buscar medidas creativas que muchas veces están al frente de nuestras narices. Son los principios subyacentes a nuestras relaciones los que nos ayudarán a equilibrar las cargas y a mitigar las perdidas.
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