Se trata del punto cinco que pide la “evaluación y revisión de los Tratados de Libre Comercio. Defensa de la producción nacional, tanto agropecuaria como industrial, mediante mecanismos arancelarios, tributarios, financieros...”.
La petición no deja de ser sorprendente por su vaguedad: la “evaluación” es un ejercicio que puede (y debe) hacerse sin necesidad de convocar un paro. De hecho existen las cifras, que son públicas, para poder determinar cómo ha aprovechado o no el país, uno de los instrumentos de su política comercial: los TLC. Las cifras son transparentes y difícilmente manipulables pues se toman directamente de las declaraciones de importación y exportación.
La segunda petición es “que se revisen”, por lo cual debemos entender que los sindicatos sí están de acuerdo con los TLC, pero no están de acuerdo con algunos aspectos de su alcance.
Qué útil sería, que en vez de pedir “la evaluación” y “la revisión” de los TLC, las centrales obreras hubieran anexado a su pliego un análisis sólido acerca del impacto integral y de los puntos que proponen revisar; y si lo hicieron que lo difundan. No con casos puntuales viendo la mitad del vaso vacío, sino con las dos caras de la moneda.
Estamos de acuerdo que la tarea no es fácil. Recordemos que actualmente Colombia tiene 13 acuerdos comerciales vigentes. Entonces, tendrían que precisar varias cosas: ¿de que TLC están hablando?, ¿de todos?, ¿renegociar todos?, ¿renegociar qué y bajo qué parámetros?.
Como la experiencia enseña
que cuando se habla del TLC, se refieren generalmente al suscrito con Estados Unidos, que técnicamente se debería llamar APC (Acuerdo de Promoción Comercial), es pertinente recordar que ese acuerdo tiene previsto en su Artículo 23.2, lo referente a las enmiendas: el numeral primero dice que “las Partes podrán convenir cualquier enmienda a este acuerdo” y en el numeral segundo, “cuando así se convenga, y se apruebe según los requisitos legales de cada parte, una enmienda constituirá parte integrante de este acuerdo y entrará en vigor en la fecha en que las partes así lo acuerden”.
Pero para proponer enmiendas se debe tener claridad de lo que se quiere enmendar; el acuerdo, tiene 23 capítulos que pasan por temas tan sensibles como acceso a mercados, agricultura, propiedad intelectual, servicios o solución de controversias, solo para mencionar algunos.
Jurídicamente existen los mecanismos de revisión, pero la tarea de identificación de lo
que se desea renegociar es fundamental, así como tener claro, que se negoció un procedimiento aceptado por ambas partes: eso es lo mínimo que se exige y lo que genera el concepto de seguridad jurídica.
Endilgarle a los TLC, ser causa de todos los males de la industria nacional es tan extremo y falso, como creer que un día después de firmarlos se generarían tantos beneficios como se quiso mostrar en principio por el Gobierno de turno: en ambos casos buscan la fiebre en las sabanas, sin analizar profundamente que buena parte de no lograr los resultados esperados, se encuentra y debe atacarse desde causas más estructurales como la baja competitividad de gran parte de nuestros productos de exportación por ausencia de innovación, investigación y desarrollo.
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