En el último mes, la administración Trump y la administración de Xi Jinping han anunciado la adopción de restricciones comerciales que afectarían las exportaciones del otro país. Estas restricciones tomarían la forma de incremento de aranceles para productos particulares de EE.UU. y de China, y han despertado la preocupación internacional del posible inicio de una guerra comercial. Quisiera relacionar brevemente la cronología de estas medidas hasta el día de redacción de esta columna (domingo 8 de abril de 2018) - sin incluir los aranceles sobre el acero y aluminio que son transversales a diferentes países (aunque también ha tenido amenazas retaliatorias).
Desde agosto de 2017, basado en lo dispuesto en la Sección 301 del Estatuto de Comercio de EE.UU., el Representante Comercial (Ustr) viene realizando una investigación sobre la regulación China que podría estar obstaculizando el comercio e inversión de EE.UU.. En su reporte, circulado el 22 de marzo, concluyó que China ha obtenido ilegalmente propiedad intelectual de empresas de EE.UU. incluso apoyando intrusiones a sus sistemas informáticos. Con este fundamento, Trump anunció el incremento de aranceles específicamente para productos chinos, por un equivalente de US$50.000 millones, y que serían aplicables a cerca de 1.300 productos.
El pasado 29 de marzo, como respuesta a EE.UU., China también anunció el incremento de aranceles para la importación de productos estadounidenses por un valor equivalente a los mismos US$50.000 millones. El 3 y 4 de abril, EE.UU. y China, respectivamente, publicaron las listas de productos que se verían afectados por estas medidas.
La medida estadounidense está diseñada para afectar una mayor variedad de productos de China, con un efecto económico menor en cada uno de ellos, mientras que la medida China parece estar diseñada para afectar una menor variedad de productos de EE.UU., pero con un efecto económico mayor en cada uno de ellos.
Según el análisis del Peterson Institute for International Economics, los productos chinos más afectados por los aranceles de EE.UU. serían los televisores, con una afectación estimada de US$3.900 millones. Otros de los productos chinos más afectados serían los automóviles medianos por US$1.500 millones y las aleaciones de aluminio por US$1.100 millones. Por su lado, los productos estadounidenses más afectados por los aranceles chinos serían las aeronaves, con una afectación económica de cerca de US$16.300 millones. Asimismo, los otros productos más afectados serían los granos de soya por US$12.400 millones y los vehículos amplios de pasajeros por cerca de US$6.500 millones.
Frente a las medidas retaliatorias de China, el 5 de abril Trump anunció la instrucción al Ustr de revisar la imposición de mayores aranceles en contra de China por US$100.000 millones adicionales. Asimismo, instruyó al Secretario de Agricultura revisar la posibilidad de aumentar los subsidios a los productos agrícolas afectados por los aranceles chinos; esto incorporaría a esta guerra comercial a múltiples países que también se verían afectados por los subsidios.
Como se hace evidente, estas medidas están generando la amenaza de una guerra comercial que no se vive desde hace varias décadas - tal vez desde los años 30 cuando se inició con los aranceles Smith Hawley de EE.UU.. Preocupa que esta guerra comercial, por supuesto contraria a la regulación multilateral de la OMC, siga escalando y afecte directa o indirectamente la economía de otros países.
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