Cuando llegó el VAR al fútbol salté de emoción al saber que ¡por fin!, nuestro fútbol había oídos nuestras súplicas y tendríamos ayudas tecnológicas para nuestros cada vez mas aleatorios árbitros. El fuera del lugar sería fuera de lugar, la mano, mano y el penal, penal; todo perfecto, el fútbol pasaría a ser un juego donde no formaría parte el criterio de un ser humano. Se acabarían las suspicacias y de ahí en adelante solo ganaría el mejor. Además, me acordé de un cuento por allá de los 80’s del genial Roberto Fontanarrosa, “Fútbol y Ciencia”, que narrada de manera profética la utilización de un VAR, para Fontanarrosa el A.U.P. (Arbipeissal Und Perspecktiven).
El VAR ha invadido nuestro fútbol con mucha pena y muy poca gloria. Desde aquel penal que un árbitro húngaro pitó en contra de Nacional en la semifinal del campeonato mundial de clubes hasta hoy cada vez es más desatinada, desagradable y poco útil esta herramienta.
La idea era terminar con polémicas de interpretación en faltas evidentes como manos dentro del área, penales claros que el árbitro no vio por estar mal ubicado o simplemente porque no era capaz de correr, a sus cuarenta años, a la misma velocidad que un atleta de alto rendimiento de 23.
Para la época había algunas ayudas tecnológicas en el deporte que permitían augurar un buen desarrollo del VAR. El ojo de halcón en el tenis o la “goal-line technology” para determinar si la pelota, en el fútbol, había cruzado toda la línea del arco y era, por lo tanto, gol. Estas ayudas simplemente indicaban si el balón o la pelota estaban dentro o fuera de determinada área. Era fácil dentro o fuera, gol o no gol, falta o buen servicio. En estos casos no hay lugar para la interpretación. Y polémicas que se generaban por estos errores se vieron erradicadas gracias a estas buenas herramientas.
Con el VAR no ocurrió lo mismo, por varias razones, la principal, ya la narró Fontanarrosa, la tecnología ofrece imágenes detalladas de determinada jugada, pero es al final el criterio de un ser humano el que decide. Y para hacer más complejo el asunto se crearon reglas de interpretación tan absurdas como que se considera que hay mano si “la mano o el brazo se posicionen de manera antinatural y consigan que el cuerpo ocupe más espacio”. Al final será un ser humano el que decidirá si la posición del brazo de determinado jugador es o no “antinatural” y las polémicas serán mas o menos las mismas.
Finalmente, para aprovechar de buena manera esta herramienta se requiere de árbitros muy bien capacitados con conocimiento pleno del reglamento y de situaciones específicas que hagan que el uso de esta herramienta sea el adecuado y la decisión se tome de manera ágil.
Por lo anterior, considero que deberíamos prescindir de esta herramienta, en Colombia además apenas tres partidos por fecha (de mas de 15) utilizan el VAR y el ritmo de juego se hace francamente desesperante. El VAR no es obligatorio, no ha mejorado la calidad del arbitraje, requiere tecnología costosa y compleja no adecuada para un fútbol como el nuestro que se debate en la más franciscana de las pobrezas. ¿No será mejor dedicar ese dinero en preparar árbitros?. Una medida que beneficiaría a todo el fútbol, primera A y B y por supuesto a los árbitros que en vez de pensar que hacer cuando 8 cámaras lo enfoquen mientras trata de tomar una decisión, puedan tener un conocimiento sólido de las reglas de juego y de su aplicación. Dejemos el VAR para los mundiales y que nuestro fútbol solucione los problemas arbitrales con buenos profesionales del tema.
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