En contraste, la Copa Libertadores es un caos total, con participación excesiva de equipos argentinos y brasileños, programación prácticamente aleatoria entre martes y jueves desde la una de la tarde hasta las once de la noche y con algunos equipos francamente pobres.
Indudablemente el tema económico pesa mucho, es impensable en Sudamérica pagar los salarios europeos, el precio de las boletas no puede llegar jamás al de los partidos europeos y la televisión paga mucho menos a la Conmebol que a la Uefa, pero hay aspectos que indudablemente van en detrimento de la libertadores que tienen arreglo.
El tema de la nacionalidad ha sido siempre manejado con claros tintes aislacionistas, es impensable en Sudamérica ver un equipo con tres argentinos, dos brasileños, dos paraguayos y cuatro colombianos. A diferencia en Europa, gracias a la decisión Bosman, cualquier equipo de la Champions puede tener cuantos jugadores europeos quiera. La nacionalidad en el fútbol solo atiende a partidos de la selección nacional. Dudo mucho que un hincha del Real Madrid se queje por quedar campeón del mejor torneo contando con “apenas” dos españoles.
En materia de integración, Sudamérica vive a la saga, en el fútbol desde hace mucho tiempo se limita el número de extranjeros con diferentes explicaciones: proteger el jugador nacional, mejorar la calidad del fútbol local, etc. Esta actitud pone en franca desventaja a los clubes sudamericanos frente a los europeos, en poco tiempo Nacional irá al campeonato mundial de clubes con una gran nómina compuesta en su mayoría por colombianos. Por su parte, Real Madrid tiene portugueses, galeses, croatas, alemanes y franceses. Y curiosamente Barcelona puede darse el lujo de tener en su delantera un argentino, un uruguayo y un brasileño; tema impensable en Sudamérica.
Esta restricción, basada en la nacionalidad, encarece el mercado para jugadores y clubes, los primeros tienen una oferta de mano de obra restringida, que aumenta los salarios y para los jugadores su mercado es reducidísimo, en el caso colombiano 36 equipos. De no existir esta barrera, un equipo podría mirar en 10 países (11 si queremos a México) para satisfacer sus necesidades, esto permite hacer equipos mucho más competitivos y algo más baratos; por su parte, los jugadores en vez de 36 equipos pueden ser vistos por más de 500.
¿Qué sentido tiene en pleno siglo XXI seguir con fronteras cerradas para el deporte?
Los deportes americanos, exitosos por naturaleza, ignoran la nacionalidad de quienes participan en los diferentes equipos, si son buenos, son bienvenidos, sean cubanos, colombianos o españoles sin importar si son equipos de cinco, nueve o 22 jugadores.
El deporte profesional no entiende de nacionalidades, algunos pocos clubes en Europa tienen políticas propias de restringir otras nacionalidades, como los vascos, otros como el Barcelona prefieren, creo yo más por razones económicas que nacionalistas, formar jugadores con una impronta catalana, sin embargo, en cualquier momento pueden buscar en el grandísimo mercado europeo si algo falla.
Creo que esto mejoraría en alguna medida la calidad de los torneos y las condiciones laborales de los jugadores, esperemos que los genios de la Conmebol lo noten y nos permitan ver mejores torneos.
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