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OPINIÓN

Super Bowl LIII

04 de febrero de 2019

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

Ayer se celebró la versión número 53 de la final de Fútbol Americano que como viene siendo cada año es todo un espectáculo y es observado alrededor del mundo de manera cuidadosa, algunos por el juego en sí, que si bien es complejo, una vez entendido resulta ser altamente adictivo y los más, al menos fuera de Estados Unidos por el show de la mitad de tiempo que lo hace una estrella de la música del momento y que durante algo menos de 25 minutos transforma un deporte en un espectáculo musical.

Es interesante cómo, los reglamentos y en general toda la organización de este deporte está encaminada a brindar una experiencia a sus aficionados que son quienes pagan una boleta cara.

Antes que nada, es una liga donde no hay ascensos ni descensos, 32 equipos franquicia que por muy buenos o malos que sean jugarán siempre los mismos. Y si bien hay equipos (pocos) muy malos también hay equipos (pocos) muy buenos. La idea de sus organizadores es que no existan equipos totalmente dominantes, de manera que en los últimos 10 años apenas un equipo ha repetido título, situación bien diferente al muy predecible fútbol nuestro. Todas las franquicias tienen un límite salarial que se respeta lo que exige mucho trabajo y muy buen tacto para confeccionar una plantilla con 53 jugadores. No hay equipos ricos ni pobres, todos son, desde el punto de vista de salarios idénticos. Las universidades son las canteras y de allí salen las grandes estrellas que un día específico son reclutados por los equipos profesionales que se escogen de acuerdo al puesto (el draft), de manera que el equipo más malo es el que primero escogerá por supuesto al mejor jugador del año. Al no existir diferencias salariales no se hacen transferencias escandalosas y se maneja más un sistema de intercambio de jugadores por lugares en el draft, otros jugadores y algo de dinero.

La convención colectiva de jugadores y equipos es un documento extenso que tiene definido toda la actividad de la liga hasta el más mínimo detalle, temas como equipamiento, controles médicos, entrenamientos durante temporada y fuera de temporada son tratados de manera extensa y por supuesto el sistema de control al dopaje que es negociado con los jugadores y no impuesto de manera unilateral.

Las reglas son realmente complicadas, un libro entero también que regula desde los números por posición hasta la forma de tirar la moneda en caso de ser necesario. Estas reglas son complejas, pero se adaptan de manera permanente para mejorar el juego y evitar dudas e injusticias, que lamentablemente siempre quedarán pues quien juzga al final de cuentas es un ser humano. Fue precisamente en el fútbol americano donde se inició la revisión de jugadas con el video, esta práctica aún en este deporte falla pues, repito, son los humanos quienes en últimas tomaran las decisiones apoyados en un video. Hace tres semanas el equipo de New Orleans quedó eliminado gracias a un error enorme de los árbitros, error que no podía, por reglamento, ser revisado por el video.

El motor de esta empresa son los derechos de televisión, que superan a cualquier otro deporte y permiten camisetas limpias y estadios con muy poca publicidad estática. La televisión es el motor de este negocio, ayer, precisamente cada comercial era observado por millones de personas y cada segundo costaba miles de dólares.

Derecho, deporte y espectáculo juntos para ofrecer el mejor producto al espectador.

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