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OPINIÓN

Tercera semana

09 de julio de 2018

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

Llevo muchos años siguiendo los deportes norteamericanos, en especial del Baseball y del Fútbol Americano, viví la controversia que en estos momentos atraviesa el fútbol mundial con la llegada de la repetición instantánea y al final noté el beneficio de la tecnología en el deporte que, de todas maneras, le quita ritmo y dinámica. Es por eso que sospecho que la implementación del VAR en el mundial no me ha dado tan duro, es más, la entiendo. En la NFL cualquier jugada de anotación se revisa de manera automática por parte de un comité de árbitros que está en las oficinas en Nueva York, los técnicos tienen acceso a repeticiones instantáneas y pueden confrontar ciertas regiones de los árbitros para que sean revisadas de nuevo.

No puede ser que en pleno siglo XXI todavía estemos supeditando el desarrollo de partidos enteros a la decisión de un tercero, que aunque esté calificado para realizar su labor es lento, tiene solamente un ángulo de visión y debe decidir en milésimas de segundo, el mejor árbitro puede cometer errores tontos que a la larga, pueden resultar vitales para un equipo. Y aquí viene mi primera reflexión: el VAR no garantiza que no se cometan errores, pero disminuye sustancialmente su ocurrencia y eso hay que aceptarlo.
Cuando Colombia pasó primera de grupo y Japón segunda por “fair play” realmente nos dimos cuenta de la importancia y la magnitud que le ha dado la Fifa al juego limpio. Esta es otra virtud del VAR, pues nada pasa desapercibido. La posibilidad de un árbitro de dejar de sancionar una falta que amerita una sanción disciplinaria se reduce sustancialmente, pues el número de cámaras pendientes de cada movimiento de los jugadores aumentó, y con ellas la vigilancia permanente sobre el juego.

Además de lo anterior, el tema de incertidumbre también creció. No seré el único aliviado cuando la barrida de Davinson Sánchez a Mané fue revertida de penal a balón a tierra, pues quizás otra hubiera sido la historia. Esa incertidumbre es emocionante, y le aporta al juego otra fuente de espectáculo que antes no tenía. Por otra parte, me temo que algunas situaciones van a cambiar al menos en los partidos con VAR, nuevamente, en fútbol americano algunos jugadores tuvieron que modificar su juego pues las jugadas eran magnificadas, ralentizadas y analizadas con todo detalle, y por lo tanto las faltas de estos jugadores eran evidentes. Me refiero al aburrido manoseo del tiro de esquina, ya llevamos dos o tres penales confirmados por el VAR en este muy cansón baile cuerpo a cuerpo entre defensas y delanteros. Ojalá se vuelva moda pitar estas faltas y acabamos con esa pendejada. Algo similar ocurrió en los tiros libres, ahora con una simple línea de espuma se evitan toda clase de enredos que hacían de esta maniobra un tema de nunca acabar.

No cabe la menor duda que el espectáculo cambió, aumentó y mejoró. Las cámaras no solo se usan para sancionar jugadas, sino que las tomas de televisión mejoraron y cada vez más es improbable que los espectadores nos perdamos algún detalle. Los tiempos añadidos son consecuentes con el tiempo efectivamente perdido por los jugadores, hay más goles, generando que las jugadas no se terminen en fueras de lugar inexistentes o dudosos. No podemos olvidarnos que detrás de los monitores del VAR hay seres humanos que por más repeticiones que tengan, pueden cometer errores, y ningún avance tecnológico va a evitar o cambiar eso. El fútbol lo juegan personas y lo juzgan personas.

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