Parece no haber calma en el escenario político y económico colombiano. De una fallida reforma laboral, a una fallida reforma a la salud, pasamos ahora al debate de la pensional desde lo técnico. Ojo, desde lo técnico, desde lo puramente económico y de hacienda pública que no encuentra asidero alguno. Con las discusiones legislativas, me surgió la pregunta de hacia dónde vamos en materia económica. Solo pretendo esbozar el panorama en el que estamos y lo que se visualiza (sin pretender ser o querer parecer un economista).
Varias esquinas políticas presumen de la baja en la inflación y en la TRM como si fuera un síntoma de recuperación económica gracias a las actuales políticas públicas. Yo, por el contrario, veo que la baja en la inflación era de esperarse al ser un fenómeno global que golpeo a EEUU y que, “de rebote”, nos golpeó en Colombia; ha venido cediendo ante las intervenciones en tasas de interés del Banrep y ante la disminución en puntos porcentuales en EEUU. Obedece a un fenómeno internacional. Frente a la baja en la TRM, debería incluso estar por debajo de lo que actualmente está; el temor inversionista que migró capitales a otras latitudes ha cercenado ese gap que hoy no me cuadra; el bajonazo en la tasa tiene un componente con el diferencial de tasas de EEUU.
Si algo faltaba a la incertidumbre económica que tanto golpea la confianza inversionista y que ha paralizado y decrecido la inversión privada, son las recientes noticias de intervenciones a las EPS´s y la fantasiosa idea de una constituyente. Estos ingredientes solo generan que no haya certeza en el empresariado para la inversión en proyectos productivos. El caos nunca será amigo del inversionista.
No hay que esconder la realidad. El año pasado fue malo, no crecimos. Este año seguramente no creceremos en el ritmo que estábamos acostumbrados. Se espera, como en todo ciclo económico, una recuperación en la senda del crecimiento del PIB; pero ¿con este escenario es posible apostarle a este vaticinio? Con preocupación veo que la ejecución presupuestal es casi nula (parece no existir una política y una dirección clara de hacia dónde va el gasto). La técnica en el manejo de las finanzas públicas no debería tener tintes ideológicos. Otra preocupación que suma es el reciente pronunciamiento del comité de la regla fiscal en el que claramente dice que no cuadran las cuentas. Quizá hay que ajustar la calculadora oficial, no habiendo lugar a subjetividad pues los números no mienten.
Todo esto para decir que aún hay tiempo de volver al camino plano y dejar la trocha a un lado. El inversionista que vea este escenario y tenga intenciones de invertir seguramente se lo pensara dos veces. Todo esto puede generar un alza en la devaluación del COP; el Banrep, que venía bajando las tasas, tendría que ser mucho más prudente al ver en su segunda pantalla la inflación. Lo que reactivaría la economía se vería cercenado con todo este escenario.
Tenemos que tener en cuenta es que lo político no se puede desligar de lo económico. Soplan vientos de una “constituyente” que, sin haber nacido, no tiene sustrato formal ni material y únicamente es gasolina para un escenario económico supremamente retador desde lo técnico. Un gentil y sincero llamado a la serenidad política y a la técnica económica, a manejar las finanzas públicas con apego a las máximas económicas y no con lápices en atriles.
*Andrés Felipe Fonseca, asociado senior de fusiones y adquisiciones de Gómez Pinzón Abogados.
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